La vigencia de la ética

Numa P. Maldonado A.

En estos tiempos de grandes adelantos y controversias, de nuevas formas de incomprensión y violencia, de inminentes riesgos de destrucción de la vida sobre la Tierra y otros riesgos, de la extendida práctica de antivalores, de enormes iniquidades e ilimitados apetitos de poder y riqueza material, hablar de Ética parece anticuado, fuera de lugar, risible…

Mucha gente cree que la Ética ha perdido vigencia, que es innecesaria y puede ser sustituida sino con el sentido común con elementales antivalores… Otro grupo, sencillamente, le tiene terror, porque se contrapone a sus ilusos afanes de enriquecimiento ilícito y práctica de vulgares métodos de rapiña y “viveza criolla”. Pero, en buena hora, hay otro grupo de gente que cree que es importante practicar los principios éticos y rescatarlos de la confusión moral de este tiempo para evidenciarlos y validarlos como sistema de pensamiento centrado en el ser humano y en la conservación del Planeta. Una ‘Ética inteligente’ que, parafraseando los trabajos del Dr. Bruce Weinstein, nos abra los ojos para entender que, por ejemplo, el Cambio Climático y la nueva Guerra de Civilizaciones, que hoy nos amenazan con destruirnos, están estrechamente ligadas al abandono de los principios éticos y morales de cobertura universal y parte de la cultura humana desde remotos tiempos. Precisamente, Weinstein hace énfasis en cinco principios éticos relevantes que nos podrían salvar del cercano colapso:

  1. No hacer daño, cuidando que por evitarlo en términos generales hagamos daño a otros.
  2. Hacer lo mejor, de manera que nuestro conocimiento y habilidades sinceramente ayuden a los demás, indiferente de los méritos que tengan, cumpliendo el elocuente principio cristiano: “Amor no es lo que sientes sino lo que haces por el otro”.
  3. Respetar a los demás, tratándolos como a nosotros nos gustaría ser tratados:
    a) Manteniendo la confidencia, el secreto y la discreción;
    b) Diciendo la verdad, que muchas veces cuesta ser aceptada, sin herir demasiado las susceptibilidades y sentimientos de los otros; y,
    c) Mantener las promesas. No prometer nada si no se puede cumplir.
  4. Ser justo, dando a los demás lo que les corresponde, incluso un castigo.
  5. Ser atento, amable, agradable, empático, compasivo, para crear “ambientes agradables y climas de grupos positivos”.
    Todos estos principios deberíamos aplicarlos comenzando con nosotros mismos: no lastimándonos, disfrutando de hacer lo mejor que podamos así no tengamos el mejor talento para la tarea otorgada, o nos disguste el hacerlo; respetándonos; no auto-engañándonos; cumpliendo las metas trazadas para nuestro desarrollo personal ético; haciéndonos justicia: no excediéndonos, por ejemplo, en prácticas que atenten contra nuestra propia salud física o mental…
    Entender y practicar la Ética y sus diversas formas morales no nos dará más bienes materiales ni poder vulgar, pero a cambio nos convertirá en mejores seres humanos, con enormes posibilidades de disfrutar de más momentos de felicidad y paz, y contribuir a la defensa y conservación de la Tierra, “nuestra casa común”.