Experiencias trágicas y valores positivos de las crisis

Augusto Costa Zabaleta

En un nuevo Universo, consolidado por el ser humana, Homo Sapiens dotado de razón, intelecto, sentidos y espiritualidad; de seres incentivos de variada especie; con la materia, astros y un inmensurable espacio astral; con la gravedad, el tiempo y el espacio; la física, la química, la energía y una gama múltiple de fenómenos naturales: el agua, el aire, el viento, el sol, la luz y la oscuridad; de estados naturales: líquido, sólido y gaseoso; con una flora y fauna exuberante que concordante y armónicamente constituyen fundamentos vitales, en fin todos los aspectos existentes, son congruentes e inherentes, partes esenciales que se constituyen en un solo y único macro Universo.


El ser humano, no es solo un ser anclado en el Universo, es parte esencial, constitutiva e integrante del mismo; no existe un solo grano de arena en el desierto, ni una solo gota de agua en el mar que no sean parte constitutiva e integral del ser humano, que a su vez es elemento participativo elemental de un macro universo eterno, anecdótico y enigmático.

Como un principio esencial de la ciencia, se establece que nada se crea, ni nada termina, todo se transforma, que no existe la generación espontánea, en consecuencia, con los aspectos positivos y elocuentes que alberga la existencia y que constituyen la vida en el planeta, también y coadyuvante a ellos, se experimentan aspectos negativos, aciagos y angustiosos, fenómenos naturales, desastres de los elementos físicos, epidemias catastróficas y diezmadoras; inconsciencias a la razón como guerras y deshumanización total como el desampara a la indigencia, el hambre al desvalido, la discriminación humana, y la practica deshonesta y corrupta de actividades de narcotráfico, secuestro, asesinato etcétera.

Los desastres naturales, así como las epidemias, suelen ser cíclicas, ocurren en cierto y determinado tiempo, y se repiten en razón de tal, desde los tiempos inconcebibles de la existencia de la vida en el Universo, y desde los albores de la civilización humana, así lo atestigua la fidedignidad de la Historia Universal.

Al referirnos a los virus y a las bacterias, son tan antiguas como la vida, como el universo, han existido de por toda la vida, y de vez en cuando, posiblemente cíclicamente se reactivan, atacan y contagian enfermedades letales; a diferencia de la bacterias, los virus se mutan con otros virus, aun con bacterias, mientras que las bacterias son especificas, trasmisoras de enfermedades especificas; lo terrorífico del virus es que se muta, produciendo diferentes enfermedades desorientando a la ciencia y a la medicina, contagiando geométricamente, exponencialmente y cobrando innumerables vidas globalmente, por esta razón, como fórmula eficaz, para combatir y ganar esta guerra infernal, es el cumplimiento irrestricto de las normas establecidas para prevenir el contagio.

Dentro de la armonía y balance de la existencia, de estas catástrofes naturales y epidemias, que imprimen tragedia, drama y dolor profundo y entrañable hasta el hastío, desesperación que enternece y la enluta de por vida, a pesar de estos episodios frustrantes, como un lenitivo, congruentemente hay un aporte positivo, moral y psicológicamente, mental y costumbrista, un espacio de comportamiento futurista, para que las mentalidades aquilaten los sentimientos de humanismo, solidaridad, amor y normas formales de disciplina, obediencia y respeto; de apreciar las bondades y alegrías de la unidad familiar, del hogar; de la fuerza moral y entereza, la esperanza que se plasmara y la conformación redentora; de la sabiduría y el temor, de valorar la vida propia y ajena; de aprender a descubrir el error y aprender a rectificar, de vivir cotidianamente, en sociedad con señales y postulados claros de convivencia humana, como un augurio de paz, comprensión y éxito, imprimiendo con fortaleza el espíritu de humildad, caridad y hermandad.

Finalmente, a la vez que incorporan a nuestra conducta este cúmulo y bagaje de experiencias y legados positivos y excelsos, para el presente y futuro, que modela el comportamiento, esclarece nuestra mente y valora la vida, es irrestrictamente necesario, destacar y valorar, acorde a que pletóricos y reverentes, expresar nuestra gratitud infinita y reconocimientos a los héroes, a los titanes de la lucha que con excelsitud de humanismo, de pulcritud al juramento de profesionalidad y con mentalidad sublime, lucharon anonadadamente, defienden y asisten con resignación y pulcritud a los pacientes del COVID-19: Médicos, Enfermeras. Auxiliares, Policías, Militares, Autoridades, Comunicadores Sociales, Instituciones Públicas y Privadas, y a toda persona involucrada en esta noble misión de vigías sublimes; solidariamente un adiós eterno y mi homenaje fúnebre a las personas fallecidas, consecuencia de esta pandemia infernal; mi solidaridad afectiva a sus familiares, Dios los confortará.