Pasa el tiempo y su figura

Efrén Sarango Palacios

Pasa el tiempo y su figura
se agiganta, no decrece,
su silueta resplandece
más allá de las alturas.
Su recuerdo me emociona,
me desgrana una sonrisa,
caminaba tan a prisa
era espléndida persona.

Pasa el tiempo y su legado
se transforma en las vivencias,
saturado de paciencia,
y en la risa contagiado.
Los recuerdos hoy son vida
por la sangre, por mis huesos,
por el sol del embeleso,
de mirada acontecida.

Firmamento en desbandada
en sus ojos apacibles,
en sus horas perfectibles,
en sus manos descarnadas.
Tu recuerdo es huella ignota
más allá de la memoria,
de los días de victoria,
de tus logros y derrotas.

Padre amado, a la distancia,
al extremo de las horas,
tu figura bienhechora,
aparece con constancia.
Hombre justo a la medida
de tu ciencia, de tu mundo,
de tu análisis profundo
en defensa de la vida.

Pasos lentos y precisos
al umbral de la mañana,
en la piel de la manzana
en tus cuentos, tus hechizos.
Nadie muere en la memoria
aunque el cuerpo se marchita,
somos piedra que se agita
sin tener escapatoria.

Padre amado, tus ausencias,
a la mesa, a las historias,
son apenas ilusorias
esperanzas sin presencia.
Tu recuerdo es la divisa
de tus hijos, de tus seres,
nadie escapa cuando muere,
si el recuerdo lo eterniza.