Historia doce: “En caballito de palo”

Sabel

Esta historia habla del poder de la niñez. Ciertamente, al crecer en edad se gana habilidades, sin que eso equipare lo que perdemos. Aquí un secreto que ayuda a realizar sueños.

Siendo niña, con mi madre fuimos a vivir a casa de un tío. La idea fue buena para una solitaria sin hermanos. Ya en la casa nueva, la compañía de los primos hizo maravillas. Hubo tal sinergia que nos hermanó. Pero, lo más hermoso fue la plenitud de ser niño.


Mi tío nos dotaba de juguetes. A mí no me faltaron muñecas, pero yo quería los juguetes de los primos. Así, hubo una ocasión, que los chicos tenían unos caballitos de palo, juguete típico de esos tiempos.


A mí no me compraron el juguete, pero pude hacerlo con un palo de escoba al que le coloqué cabeza de cartón y listo quedó el equino. Montar el caballito era mágico, sin montura ni cordura, se corría con paso de cabalgata, emulando al garabato.


Deseaba intensamente cabalgarlo. En ese caballo fuimos a lugares lejanos, llegamos hasta París. El caballito tenía la virtud de trasladarnos a lo mágico. Dábamos vuelta por casa subidos en el imaginario caballo y así recorrimos el mundo.


Los episodios eran tan vívidos y no dudamos de su colorido paisaje. Después del caballo, hubo otros juguetes dotados de imaginación, todos nos enseñaron la forma de materializar las cosas. Con la edad he olvidado cómo manifestar, sin que olvide que en caballito de palo, aprendí a hacer realidad los sueños.