Juegos políticos

José Benigno Carrión M.

Con similares características de una lotería política se inicia este nuevo evento electoral. En esta ocasión no pocos grupos, mejores grupúsculos, han concurrido presurosos al llamado cívico.

En verdad no deja de preocupar el número de listas que participarán en este proceso democrático. El pueblo, el eterno rey de burlas, por su parte contempla el polícromo panorama, entre risas y frases de descontento. En el fondo se advierte el destape de pretensiones y ambiciones personales que han estado guardadas celosamente. Como pocas veces el pueblo contempla el espectáculo, que tiene mucho de circense, y que no deja de constituir una estampa, mejor un sainete, de mal gusto para este pueblo sufrido y aguantador, como solía decir don Evaristo Corral y Chancleta. Sorprende el número de listas que se han presentado, lo que prueba, en forma indiscutible, que la política es un buen negocio y que no pocos desean probar suerte. Por cierto, algunos de la noche a la mañana, quieren convertirse en personajes importantes, aprovechándose los momentos cruciales que se vive. Ojalá, las cosas mejoren y el número de movimientos políticos se reduzcan, con igual generosidad como brotaron, producto de las ansias de poder. A la postre se deja sentir que la política -aquella ciencia que se conoce como el arte de gobernar a los pueblos- es también, dolorosamente, una actividad que deja sus dividendos, como cualquier otra, y no falta quienes venden su alma al diablo, por participar en esta malhadada olla de grillos, buscando aceptación y prestigio y de paso engordar sus magras billeteras, se entiende con las excepciones de estilo…

Es lo que comenzamos a vivir en este discutido proceso electoral, que a la postre lo pagará el pueblo, de dudoso sabor y colorido democrático. No queda otra actitud al ciudadano corriente que votar por los mejores candidatos, que los hay, si bien se los puede contar en los dedos de la mano.

Es la hora de las decisiones acertadas, entonces cumplamos dignamente nuestro deber.