Refundar el sistema político en Ecuador…

Numa P. Maldonado A.

Para sustituirlo con otro completamente diferente pero pertinente. Porque se ha degenerado tanto, que ya no da más. “Está prostituido”. Ha perdido el norte: por ejemplo, los asambleístas o nuevos diputados, “nuestros representantes”, desconocen o ignoran a sabiendas para qué fueron elegidos, cuál es su verdadera función. Desde tiempo atrás, con cinismo vergonzoso, a lo único que se dedican es a convertirse en “nuevos ricos”, a sacar el mayor provecho material posible en un país donde ellos son juez y parte, porque ellos hacen leyes o las adaptan para que sean aprovechadas por los más pillos e inmorales (incluyendo a grupos de vulgares delincuentes y criminales).

Mafias tan bien organizadas desde este siniestro ambiente político nacional degenerado, que prácticamente todo delito de envergadura queda impune, o amparado por la “justicia” de la injusticia vigente. A estos extremos ha llegado nuestro país conducido por una clase política degradada, inculta, sin rubor, mediocre y vulgar, que dicta leyes para enriquecer más a nuestros explotadores naturales u obedecer a mandatarios deficientes, o a falsos líderes populistas y demagogos, o venderse al mejor postor por determinadas prebendas… a fin de satisfacer su elemental ego de codicia, vanidad y arribismo. En honor a la verdad hay excepciones, pero son como una aguja en un pajar.

El problema, gravísimo, es ¿cómo cambiar este corrupto sistema político? Si a pocos meses del cambio de autoridades hay mucha incertidumbre, y algunos piensan que aún podemos caer más bajo…Si la dirección del Poder Electoral tiene mínima credibilidad y muchos la acusan de incompetencia. Si posibles actores directos en la contienda de febrero no han cambiado de discurso ni prácticamente de faz: siguen siendo los mismos, ofreciendo lo mismo (eso si rasgándose por enésima vez la vestidura por el sacrosanto ofrecimiento perjuro de la honradez y transparencia): y ya ofrecen espeluznantes cifras de empleo, salud, seguridad y educación para todos, y miles de casas para los pobres…

¿Qué hacer? ¿Anular el voto? ¿Votar en blanco? ¿Votar por el menos peor? Pero ¿quién es ese? No es fácil. Duele la cabeza. Pero algo tenemos que hacer, aquí y ahora. Comenzando por dejar a un lado nuestra irresponsable indiferencia (que nos condena como cómplices del desastre). Es la hora de reaccionar e indignarnos conscientemente.

Por ejemplo, exigiendo: un cambio importante en la educación formal e informal del país, mediante la introducción de la Ética Cívica como política de Estado; la participación consciente de la ciudadanía, con veedurías populares permanentes pero lejos de la tutela gubernamental o partidista, veedurías integradas por gente honorable y sencilla, perteneciente al vecindario; el manejo absoluto del IESS por sus dueños pero por manos honorables, no de sindicatos mafiosos; los debates serios en tiempos de elecciones; informes honrados a las autoridades electas y condenando con dureza la inoperancia o desgobierno… Ocupando la silla vacía. Haciendo propuestas válidas.

En otras palabras: Es hora ya de recuperar la administración del Estado entregada a mafias políticas por tanto tiempo, convirtiéndonos en buenos ciudadanos, activos y responsables (formados en Ética Cívica), en veedores y acompañantes eficaces de la gestión pública y, de ser el caso y tener aptitudes, erigiéndonos en líderes capaces de dirigir el país por verdaderos rumbos de equidad y progreso.