“La peste” y sus aportes para reflexionar sobre la pandemia

Luis Pineda Sanmartín

Albert Camus, nos introduce en la esencia del humanismo frente a una crisis sanitaria, los valores de las personas exaltadas a su máxima plenitud y el otro lado de la moneda, las sordideces extremas a las pueden llegar las personas en su miedo y desesperación. Estas realidades las encontramos en los personajes de la novela:

El doctor Bernard Rieux, con crisis internas, simboliza el heroísmo del personal sanitario que tiene que enfrentar la pandemia, es decir, los hombres y las mujeres que, desde sus profesiones como médicos, enfermeras, auxiliares, camilleros, personal de limpieza y administrativos.

El empleado del ayuntamiento Grand, encarna a los hombres y mujeres de las diferentes estructuras físicas que tienen que ser utilizadas para la atención de los enfermos de la pandemia: hospitales, escuelas y edificios públicos en general.

El periodista Rambert que, pese a sus ambigüedades y conflictos personales y profesionales, al final se queda en la ciudad para compartir y trabajar para cambiar esa realidad. Es el símbolo de los hombres y mujeres de profesiones liberales que tienen que enfrentar los problemas personales, familiares y sociales; y, asumir posiciones de las que nunca estarán seguros.

La ciudad de Orán, es una ciudad amurallada, y, cuando la epidemia es declarada se cierran las puertas y nadie puede entrar ni salir. Este hecho representa la cuarentena que vivimos todos los seres humanos. Estamos atrapados en el planeta Tierra y ni siquiera podemos salir de nuestras casas.

El fanatismo religioso no podía faltar. Aparece en el enfoque que sirve de cimiento al sermón del padre Paneloux, que afirma que la epidemia matará solamente a las personas que no son dignos del reino de Dios.

Las medidas sanitarias son tan elementales que llegan a pensar que con el toque de queda disminuirán los contagios.
Pese a que se organizan brigadas sanitarias, la peste se ensaña con quienes viven en grupos numerosos: los presos y los soldados.

La llegada del verano, es el símbolo del rompimiento de la cuarentena, pues hombres y mujeres llenan los restaurantes sin ser conscientes de que aumentarán los contagios.

El dolor de los familiares que tienen que aceptar que es imposible los entierros y las autoridades resuelven que deben ser cremados. Es lo que sucedió en la pandemia actual con las fosas comunes.

Los esfuerzos por encontrar una vacuna también están presentes, con sus éxitos y fracasos, muy similares a nuestra realidad actual.

Por supuesto, la especulación en los precios de los productos es evidente, especialmente en los alimentos.
La novela tiene un final feliz, pues los habitantes de la ciudad festejan el fin de la peste y la apertura de las puertas de la ciudad. Confiemos que podamos hacerlo mismo algún día.