El miedo genera agresividad, y no redime

El miedo, antesala de la ansiedad, que nubla la armonía y la razón y el equilibrio de entre la previsión y la solución, para desembocar en la agresividad perniciosa; si el miedo genera agresividad, la agresividad a su vez imprime miedo, es un círculo vicioso de incalculables consecuencias que condenan persistentemente a porfía.

El miedo es el más ignorante, injusto y cruel de todos los consejeros, induce siempre a formar sospechas injustas y precipitadas; por ello más vale llevar una existencia placida y humilde, que nadar en las delicias a costa del miedo; el miedo es un acto además saludable, porque dominarse en el miedo, evita desdichas, porque el miedo infunde el temor, que libra a no cometer imprudencias de las cuales podemos renegar; el miedo produce un estado de mórbida debilidad de los sentidos y de nuestra sensibilidad, precipitándonos al error y cuando este miedo desaparece y es totalmente destruido, vuelve a brillar la luz y se encuentra una fuente de energía vitalizante de poder.

Así como la miseria engendra envidia, el miedo engendra la agresividad, la violencia y la crueldad, pues el miedo es más alevoso que la perfidia y más asesino que la ira, ya que el terror cierra los oídos del entendimiento y se emprende por la ofensiva; de todas las pasiones bajas, el miedo es la más maldita, que lacera la voluntad, la libertad y somete a la crueldad y el despotismo, por ello el dictador opta por imprimir el miedo general, para obtener sus excesos, y dominando a la debilidad humana, practicar las crueldades propias de su condición.

El miedo produce la violencia, que lógicamente es otra debilidad humana, cuando no existe ello, fluyen espontáneamente los actos generosos y caritativos, antes que los actos feroces y violentos, puesto que, en toda acción de violencia, contraria a la seguridad y aplomo, es el otro extremo.

En tal a las razones expuestas, la violencia y la agresividad irreflexiva, producto del miedo nos precipitan a las manos de nuestros enemigos, y no existe un fundamento sólido, duradero y razonable, construido sobre el imperio de la ley y del convivir pacífico y armónico, ni vida asegurada, cuando impera la agresividad, oscurece la luz de la razón, nubla el entendimiento y degenera la esencia que es el fundamento del ser humano.