La política es más peligrosa que la guerra

En medio del caos social, político y económico que se debate nuestro país, nos acercamos a la contienda electoral, acto que constituye un suceso de la “democracia representativa”, considerada hasta hace poco tiempo como la forma más acabada del “gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, también ha sido puesta en tela de juicio. Y es que ya no basta una representatividad, generalmente distorsionada, por lo que hoy se plantea una democracia integral, que abarque asimismo los límites sociales, culturales y económicos, de los pueblos.

Entonces las elecciones venideras, constituyen una urgencia en la búsqueda de fórmulas para detener y extirpar, a los politiqueros de siempre, por la práctica de una mala política. Y, a la vez una proyección al futuro en términos de construir estrategias que articulen la democracia integral que, para algunos, pasa fundamentalmente por una nueva forma: la democracia participativa, que derrote a las oligarquías a los banqueros, a los demagogos, a los oportunistas y folcloristas de la política (presentación en ropa interior para impulsar su campaña política)
Para que prospere la democracia participativa para que sea una realidad, en nuestro medio, implica la práctica de algunas condiciones básicas. Anotamos: la responsabilidad en el ejercicio del poder político y del poder administrativo. No puede haber democracia sin control. Desterrar de una vez por todas y para siempre el paternalismo y el autoritarismo, para que el poder emane precisamente de la sociedad civil que va a ser la responsable en el ejercicio de la participación. La exigencia de la publicidad de los actos del gobierno como un elemento de “seguridad jurídica” hacia la colectividad afectada por los actos realizados.

En la praxis de la democracia representativa, que el primer sujeto de participación constituya el ser humano, pero el ser humano, no individualmente, no egoístamente, sino integrado a un colectivo. Sumado a lo anotado dos instituciones centrales son las llamadas a fortalecer la democracia participativa: los partidos políticos y las organizaciones populares. Es decir el sentido de la participación de la colectividad, que puede expresarse hacia todos los ámbitos de la sociedad y de los asuntos públicos. En estos términos la democracia participativa plantea una proyección mayor hacia el concepto de democracia plena.

Señalamos que el ser humano es el elemento importante en la democracia representativa, significa que usted amable lector es importante; y, que de su reflexión y decisión frente a las urnas al depositar su voto, decidirá el futuro, y el ejercicio de la democracia representativa donde consideren que los canales participativos en la toma de decisiones, seguimiento y gestión, control y rendición de cuentas, constituyan las prácticas ciudadanas. Recordamos la sentencia de Wiston Churchil: “La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una vez”
Señalamos así porque ya no se puede aceptar el viejo concepto de democracia representativa que, generalmente se constituyó en el instrumento para el usufructo de los viejos politiqueros y de las oligarquías y sus compinches de siempre. Debemos recordar que el concepto de democracia participativa no significa exclusión sino, por el contrario, como su nombre lo indica inclusión que implica que nuestros caminos sean convergentes y nuestra búsqueda la misma. Donde nuestras raíces sean iguales, pero infinitas en sus formas y múltiples concepciones. Nuestro camino sea semejante en su permanente devenir entre la magia y la realidad, entre la nostalgia y la alegría, para juntos buscar la libertad, el pan, el estudio y la dignidad.

Finalmente señalar con altivez y voz clara, a los cuatro vientos, que internamente somos un País conformado por gente buena, sencilla y sensible, amable, que respeta y aspira ser respetada, que exigimos al Gobierno, a los Asambleístas y funcionarios públicos cumplan con su deber, que inviertan y controlen adecuadamente los fondos públicos, para hacer de Ecuador un país del rocío sobre el pétalo de una flor no sea una quimera. Un país donde la alegría de un pueblo digno sea permanente. No como un sueño sino como una realidad. Así sea.