Quizá no nos arrepintamos de haber permitido la consolidación de la corrupción

Maliciosamente se construyen las grandes avenidas de las maquinaciones, obligando a los sectores populares a caminar sin solidaridad, indiferentes a la igualdad de derechos, renuentes a la participación política, ajenos a los problemas nacionales y a las decisiones que afectan a la sociedad, por tanto, apartados de la lucha por el tan anhelado buen vivir. Así, solamente interesados en el pan de cada día, sin darnos cuenta, sin oposición alguna, nos han hecho parte de un sistema maléfico cuyos efectos sociales, económicos y políticos, benefician a los más ricos en menoscabo de los millones de pobres.

Al igual que en los países menos desarrollados, en el Ecuador domina el capitalismo global regentado por la oligarquía, donde la concentración de la riqueza es signo de los atracos y de la corrupción a los dineros de todo el pueblo; es el resultado de la imposición de un proyecto político y económico basado en la marginación ciudadana y en la falta de valores morales y humanos que, al final aumentan el empobrecimiento de la clase trabajadora y la exclusión de las mujeres y la juventud de los escenarios políticos.

El presidente Lasso, en el afán de librarse de las investigaciones sobre el caso “pandora papers”, ha iniciado un dialogo con quienes le garantizarán a él y su grupo de involucrados que sigan mintiendo, que sigan evadiendo, que sigan delinquiendo, que sigan cometiendo perjurio a la Constitución y al pueblo ecuatoriano. Mientras que el dialogo con el “Parlamento de los Pueblos”, encabezado esta vez por Leonardo Iza, en la práctica no dio resultados claros. Sobre la propuesta principal, referida a la congelación del precio de los combustibles al mes de junio, solamente se dio largas a la ya adelantada negativa del gobierno del desencuentro, por lo que, la continuación de las mesas de dialogo está en riesgo y la movilización nacional por esa y otras exigencias sigue vigente.

Los sectores populares y de izquierda, en el afán de buscar respuestas a la necesidad de construir un país equitativo y solidario que nos lleve por los caminos del progreso, enfrentan a las cadenas informativas internacionales y locales que se hacen eco de los calificativos despectivos que el gobierno y los grandes empresarios vociferan sin reparo contra los líderes sociales. Sin embargo, hay que reconocer que, en esa dinámica de defensa de nuestra soberanía, hemos ido perdiendo espacios y voces, precisamente porque estos medios de comunicación reproductores del discurso oficial y del poder económico privan a los pueblos de la verdadera información y participación ciudadana.

Finalmente, no podemos seguir callados ni obedientes a los opresores, no podemos quedarnos paralizados esperando a que otros nos defiendan y nos saquen de la pobreza. Es hora de actuar, porque quizá mañana, nos arrepentiremos por no haber reaccionado a tiempo, por haber permitido la consolidación de estructuras politiqueras como el gobierno del encuentro, que cobija la impunidad contra la corrupción y fomenta la pobreza.