El lojano de aquí y el lojano de allá

Algunas personas suelen decir que todo tiempo pasado fue mejor. Yo no creo eso. Yo creo que algunas cosas del tiempo pasado son añoradas. Creo, como lo escribí hace unas semanas: “el pasado nutre el presente y es un indicador para construir el futuro”.

Loja cumple 201 años de su gesta independentista, añoro la pasión con la que nuestros profesores nos contaban la historia de los próceres que arriesgaron su vida para permitir que esta sureña tierra obtenga su libertad. Recuerdo con el civismo que repasábamos el “desfile del 18” que era el 17 y se desarrollaba a lo largo de la calle Bolívar, el “relajo” del “Bernardo” al finalizar el desfile, la altivez y firmeza con la que “se reclamaba” a los gobernantes de turno la histórica y recurrente desatención a las necesidades locales.

Como olvidar “los bailes del 18”, época privilegiada para salir a bailar, bueno salir e intentar bailar para quienes nacimos con dos pies izquierdos y con desamor pronunciado ante el baile. Los bailes eran todo el mes de noviembre, empezaba con los bailes de Centinela, de San Sebastián, de la Calle Quito, de la Cuxibamba, de la Nueva Granada, de la Tebaida y tantos más, pero siempre finalizaba ya en los últimos días de noviembre con el famoso y temido “baile de San Pedro”.

Mis papás religiosamente, como casi todos los ciudadanos de esta campiña sureña, sacaban las bien planchadas banderas, la de Ecuador y la de Loja, muy temprano el 18 de noviembre; y, era conversación obligatoria a la hora del almuerzo hablar de la gesta libertaria de 1820; claro, aquel día el almuerzo era mas tarde de lo habitual, pues llegábamos cansados, quemados, empujados y hambrientos luego de asistir a la esperada “parada militar”.

Los tiempos cambian, las sociedades evolucionan, pero lo que se reafirma cada año es el amor por Loja, por trabajar desde aquí o desde allá por hacer de esta tierra un mejor lugar.

Este 18 de noviembre emularé a mis papás, y les contaré a mis hijos la historia de la gesta libertaria de nuestros próceres, pero también les contaré lo importante de visualizar el futuro, de construir la ciudad del mañana, viviendo y trabajando el presente.

Ahora no hay desfile, ahora hay arte en las calles y en los teatros, yo voy a disfrutarlo. Voy a agradecer a quienes antes y ahora han construido y construyen lojanidad aquí y allá, con una pala o con un pincel, con un lápiz o con un bisturí. Todos quienes vivimos, queremos y trabajamos en Loja, somos artífices del destino de esta “pequeñita ciudad”.

Viva Loja y vivan los lojanos, los que nacimos aquí y los que, sin haber nacido, viven, sienten y trabajan aquí.