2022 año de la sonrisa comprensión y confraternidad

Campos Ortega Romero

El “año nuevo” es una hoja de calendario, un cambio en los números, una simple tradición humana marcando el tiempo que escapa a nuestro control, y fluye sin cesar. Pero casi todos, al llegar el año nuevo, damos una mirada al que termina y soñamos con el venidero. Lo pasado queda allí: fijo, inmodificable, casi pétreo. Con sus momentos buenos y sus fracasos, con sus sueños realizados y con los sueños que se evaporaron en el olvido, con la solidaridad y las omisiones. Lo futuro vendrá como llega cada día de nuestras vidas. Cada instante se presenta como una oportunidad que en parte depende de la prudencia y de las decisiones que adoptemos. En otra buena parte, depende del buen criterio y la buena voluntad de otros. En los dos casos, y aunque no siempre nos demos cuenta, depende de la equidad, del amor al prójimo y de un nuevo estilo de vida: uno más amoroso, más pacífico y más justo.

En verdad, enero constituye un mes de un niño que tiene cara limpia y por ello no necesita de maquillaje alguno, que nos invita a conservar el espíritu festivo, del primer mes del año, hasta los días postreros del mismo. Sentimos de corazón que enero de 2022, constituya mes de los niños, de las mujeres y hombres de buenos propósitos, propicios a la sonrisa de la comprensión, al apretón de manos a la confraternidad y de un sol nuevo y poderoso, poema de la noche y oración de manos juntas del mañana. Saludamos a enero y su nombre fresco, esperanzado y terminante. Por ello nuestra invitación a que nuestras almas se sequen de llanto y tristeza, para que se convierta en esperanzas, para que florezcan en ideas y fortalezas verdaderas de amor sobre todas las cosas.

Nuestro deseo ferviente es que el año, 2022 constituya el inicio del entendimiento del AMOR, si con letras mayúsculas, la fe y la esperanza de sueños asidos de la mano con las obras positivas de los hombres, para invitarnos a conocer la libertad que no queremos conocerla, a la razón que tiene sus puertas demasiado abiertas; y la dulzura que es un manjar exquisito, a la paz que debe ser vigorosa, y la justicia; aunque ciega pero necesaria, conocer a la palabra que es un puente común para las relaciones de los hombres, la maternidad que cubre a la mujer con su aureola  de santidad. Para desterrar de una vez por todas: al odio que es un personaje con demasiados cuernos en la frente, al rencor que tiene mal carácter, a los intereses mezquinos de los políticos, -incluidos los padres de la patria-. Todo esto para que florezcan los niños y los seres humanos, para aprender a conjugar el verbo compartir, lo equivale a firmar un acuerdo de ternura entre todas las personas, hoy; porque mañana puede ser demasiado tarde.  

Cierto que el horizonte es poco halagador, por las medidas económicas, por la inflación que decrece tan imperceptiblemente, por la garra de la deuda externa, por el desempleo, por la inseguridad social, que golpea duramente a las mayorías de nuestro país, y provincia, por ello el único camino que nos queda a los lojanos es buscar la unidad, -ya no como utopía- sino, como una necesidad concreta y real, como una propuesta vital que parta de los hombres y mujeres que vivimos en esta noble tierra, que nos involucremos en los problemas, para defender los interés de la comunidad toda, para el bien de todos. Para sacar a flote nuestra grandeza de alma para con ella inyectar energías creadoras remozadas en todos los campos de la actividad y del conocimiento. Para de esta manera decir a los cuatro puntos cardinales, con los brazos extendidos, copando el horizonte, hermanos lojanos: Feliz año 2022. Así sea.  

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