¿Solo atracción?

Fernando Oñate

Existe un postulado seudocientífico que se conoce comúnmente como ley de la atracción que sostiene que los pensamientos conscientes e inconscientes influyen sobre las vidas de las personas, según este postulado, el universo está formado por vibraciones (altas/bajas – positivas/negativas), que son atraídas por vibraciones parecidas, por lo tanto, con nuestros pensamientos podemos atraer las cosas que queremos y de esa manera diseñar nuestra vida.

En Internet abundan las referencias y se han publicado varios libros que han alcanzado ventas significativas en las se presenta la manera para hacer que la ley de la atracción trabaje en favor de quien la aplica y aunque parezca increíble, muchas personas consideran que es algo real.

Ser optimista es positivo para nuestras vidas, pero creer que basta con desear algo de verdad para obtenerlo, es algo muy alejado de la realidad. Cualquier logro en artes, ciencias, deportes o cualquier otra área es fruto de un proceso de formación, de años de trabajo, de preparación, de esfuerzo, no solo de un simple deseo.

Cuando Josué asumía el liderato del pueblo de Israel el Señor le decía: “Sé fuerte y valiente, porque tú serás quien guíe a este pueblo para que tome posesión de toda la tierra que juré a sus antepasados que les daría. Sé fuerte y muy valiente. Ten cuidado de obedecer todas las instrucciones que Moisés te dio. No te desvíes de ellas ni a la derecha ni a la izquierda. Entonces te irá bien en todo lo que hagas. Estudia constantemente mi palabra. Medita en ella de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Solamente entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas. Mi mandato es: “¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo dondequiera que vayas” (Josué 1).

El mensaje era claro: se fuerte y se valiente, pues al igual que nosotros Josué debía cumplir su propósito que era guiar al pueblo de Israel en la conquista de la tierra prometida, para ello, debía ser obediente, estudiar la palabra del Señor, meditando en ella  y obedeciendo lo que en ella está escrito, poniendo en práctica todo lo que aprendió durante los largos años en los que fue preparado para suceder a Moisés. Josué debía enfrentar un reto mayúsculo, pero no estaba solo, el Señor, Rey de los Ejércitos estaba con él, solo debía esforzarse y ser valiente.

Si anhelamos algo, no basta con desearlo, debemos esforzarnos, luchar por conseguirlo, siendo valientes para vencer lo que esté en contra; la fuerza y el valor vienen de lo alto pues “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4).