La educación decide sembrar la semilla de la fe

Campos Ortega Romero

El Comité de Operaciones de Emergencia (COE) nacional, estableció que desde el lunes 14 de marzo del presente año, todas las instituciones educativas del régimen Sierra-Amazonía de nuestro país, se acogieran a la asistencia presencial de los estudiantes, recordando que en Ecuador hay 4.3 millones de alumnos en la Sierra-Amazonía y Costa, Galápagos, en el primer régimen educativo más  de 1’860.000 estudiantes, mientras que el segundo son más de 2’450.000. Reflexionamos que las autoridades han determinado esta decisión en beneficio de la niñez y juventud, considerando la calidad de la educación, la salud mental y la conciliación familiar, atribuyendo que la educación a distancia compromete la calidad pedagógica. No se puede desconocer que la educación virtual no sustituye la experiencia escolar y es un factor de equidad.

En la vida de los pueblos hay actividades importantes, interesantes, indispensables, placenteras, pero ninguna tiene tanta incidencia en su presente, su futuro y su historia, como la educación. La educación es el proceso mediante el cual la sociedad decide sembrar la semilla de la fe, el conocimiento y la sabiduría en otras vidas y de esta manera logra renovarse constantemente para afrontar el reto del porvenir a través de una generación que, por lógica debe ser mejor que la anterior.

El apóstol cubano de la educación, José Martí, en un bello escrito cuya intemporalidad y significado lo pone hoy, como ayer a la orden del día, manifestó: «El pueblo más feliz es el que tenga mejor educado a sus hijos, en la instrucción del pensamiento, y en la dirección de los sentimientos. Un pueblo instruido ama el trabajo y sabe sacar provecho de él. Un pueblo virtuoso vive más feliz y más rico que otro lleno de vicios, y se defenderá mejor de todo ataque».

Recordamos que en una sociedad democrática es un pueblo capaz de gobernarse a sí mismo, supone ciudadanos capaces  de juzgar con criterio propio y de participar con responsabilidad en la vida y marcha de la comunidad, sin un pueblo educado, intelectual y moralmente maduro, no es factible establecer, ni mantener, un sistema democrático. Democracia a su vez significa respeto a los derechos humanos.

La educación es el mecanismo que permite a cada persona ser sensible respecto a las necesidades de los otros y poder transitar hacia una sociedad que tenga como principal valor la solidaridad, que enriquezca las visiones de libertad e igualdad democráticas. Es un elemento que propicia la participación activa de los ciudadanos en la sociedad y la integración de los excluidos de los beneficios del desarrollo. La educación conduce a la creatividad individual y mejora la participación en la vida social, económica, cultural y política de la sociedad, por lo que es necesario en el proceso de diseño de políticas públicas, generar los escenarios de justicia social, en este sentido, valores como la equidad y la solidaridad vienen a ajustar los procesos de desigualdad y exclusión.

Saludamos a la gallarda y noble niñez, a la juventud lojana y a sus maestros que se apresta a iniciar sus estudios presenciales en beneficio de su formación y de la patria, acción noble que engrandece a todos los pueblos, lo hacemos con los versos de Violeta Parra: “Que vivan los estudiantes jardín de nuestra alegría, son aves que no se asustan, de animal ni policía, y no le asustan las balas, ni el ladrar de la jauría, caramba, zamba la cosa, que viva la astronomía, me gustan los estudiantes que rugen como los vientos, pajarillos libertarios igual que los elementos…”  Así sea.