Desigualdad y pobreza

Ruy Fernando Hidalgo Montaño

En nuestro país existe un tremendo margen de desigualdad y pobreza provocado por diversas circunstancias de orden social, económico y cultural, siguiendo la premisa de toda América Latina cuyas naciones se ven afectadas por este fenómeno.

La desigualdad puede provenir de varios factores como la situación geográfica en la que vive nuestra gente, circunstancia que le impide acceder a cierto tipo de educación y ventajas que solo se consiguen en las grandes urbes del Ecuador, existen sectores rurales que no cuentan ni siquiera con los servicios básicos como agua potable, alcantarillado y los demás, y por más esfuerzos que haga un gobierno jamás podrá erradicar para siempre la pobreza y la desigualdad, pues son cosas que vienen enraizadas desde que el mundo es mundo, que son consecuencia de la mala repartición de los bienes y servicios que solo se concentraron en los sectores pudientes y burgueses de nuestra tierra, y originaron una terrible inequidad social y educativa, también podemos hablar de la salud ya que hay sitios en la patria que no cuentan con centros médicos que atiendan preferentemente a la población marginal de estos lugares. Como dice el viejo refrán “En este país bendito sino tienes dinero te mueres” así de fácil, la seguridad social no marcha como debería, la vialidad en lo que tiene que ver particularmente a caminos vecinales es totalmente ineficiente, el desempleo es galopante, en cuanto a la alimentación infantil es totalmente deficiente, lo que deriva en un alto índice de mortalidad infantil. La delincuencia va en aumento justamente por las desigualdades sociales y los otros puntos que ya hemos visto, el acceso a la medicina implica un gran desembolso económico especialmente para las clases más pobres de nuestro país. Por todos estos puntos y a pesar de los insuficientes esfuerzos del poder central, la desigualdad y la pobreza son factores por ahora incontrolables y en crecimiento.

Pero si hay una razón que ahonde más esta conflictiva situación, es la gigantesca corrupción e impunidad que se está haciendo una pésima costumbre en todos los estratos sociales. Esta verdadera lacra se viene generalizando alarmantemente, en las cumbres del poder, como en los barrios populares. La gente, cada vez más va tomando como algo normal el saqueo, robo, el atraco a los bienes públicos y privados, y como ve que los autores, cómplices y encubridores, que incurren en estos delitos, no son castigados con la severidad que deberían, piensan que cada quien es libre de robar lo que sea, se van por la izquierda siempre.

Una asambleísta exhortaba hace poco a robar, siempre y cuando lo hagan bien. Esto confunde las mentalidades del común ciudadano. Esto genera pobreza y desigualdad, pues lo robado jamás se recupera, por ende, no va en beneficio del bien comunitario

Mientras esto no se corrija, seguiremos experimentando y siendo testigos impotentes, de casos de enorme inequidad, de extrema pobreza, veremos cómo los valores morales y éticos van desapareciendo    

Hay desigualdad en todo, hasta cuando se imparte justicia no se mide con la misma vara al hombre de pueblo, con el poderoso. A veces los acuerdos políticos, pueden más que el trato igualitario, o en ocasiones el temor a las mafias, o a la delincuencia organizada incide en lo fallos de jueces corruptos. Mientras no hagamos nada frente a todo lo descrito, todo seguirá lastimosamente igual, peor que ahora.