Por el bien de Loja (I parte)

Benjamín Pinza Suárez

La política en sí, no es mala, los malos son quienes la rebajan y envilecen con actitudes mezquinas, egoístas y de bajo mundo, haciendo prevalecer el interés individual o de grupo en lugar del interés colectivo y que son incapaces de presentar serias propuestas factibles de realización, por lo que   acuden a la demagogia y al engaño; además, en lugar de debatir con argumentos y proyectos en mano, con altura y respeto a su contendor, utilizan el pugilato, la difamación y la calumnia como la forma más ruin de tratar de ganar una contienda electoral. Sócrates decía que: “Cuando el debate se pierde, el insulto se convierte en el arma del perdedor”.

Quizá lo más horrible y peligroso para el prestigio de una ciudad, provincia o país, es que aquellos candidatos que son expertos en el arte de engañar y que emplean la difamación, el odio y el revanchismo como el arma más vil para destruir a su contendor, sean los que lleguen a dirigir las instituciones públicas. Eso es lo más repugnante, porque ¿qué ejemplo desde la función que ocupan se está dando a la sociedad? Tenemos que aprender a superar esas taras mentales, a no creernos más importantes que los otros, a respetar las formas de pensar de los demás, porque el criterio y las iniciativas de los otros enriquecen nuestras visiones sobre la realidad en la que se actúa.

 Todos y todas tienen el derecho de postularse como candidatos a cualquier dignidad, siempre y cuando se sientan competentes para generar una excelente administración en pro del bien común. Una buena administración de la cosa pública se logra cuando el candidato ganador selecciona a la gente más preparada, eficiente y honesta para ubicarla en los puestos claves de una institución, sin importar la ideología o del partido que sea, porque quien va a conducir el barco es el que está frente  la institución y, es él quien está responsablemente comprometido con su pueblo a ejercer un mandato con solvencia, eficiencia y pulcritud. 

Son cinco años que Loja no tiene una sola obra de qué hablar y lo que es más, las vías están hecho un desastre, con un abandono total en su mantenimiento. Sin ir tan lejos, la vía de integración barrial o vía occidental de paso se la descuidó de la manera más irresponsable y hoy está casi totalmente destruida. Tal como van las cosas, estimo que pasaremos tres años más (igual como ocurrió en el gobierno de Moreno) sin que podamos contar con una obra que valga la pena comentar. Pero como ya se acercan las elecciones seccionales, los ofrecimientos de campaña no se harán esperar, entonces, otra vez cobrará vigencia la ampliación a cuatro carriles de la vía Loja-Catamayo, pero sin túneles, a pesar de que la mejor propuesta vial que disminuya distancias, dinamice el comercio, la industria, el turismo y un mejor acercamiento con los cantones de nuestra provincia, es a no dudarlo el proyecto de ampliación de la vía a cuatro carriles con túneles.  

Si no hay quien saque la cara por Loja, tendrá que ser la unidad de los lojanos -la que abrazando propósitos, metas y sueños comunes-sea quien haga sentir su peso en la arena política nacional.