Galo Guerrero-Jiménez
Leer un libro que hable de la vida de un lector, y que ese lector haya compartido su vida con una lectora y escritora, y que luego, sea esa escritora la que escriba desde el dolor y el entusiasmo más profundo sobre la vida y obra de ese gran lector, gran profesional y gran esposo, amante de su casa, de su hogar, y que inesperadamente haya partido a la eternidad, es adentrarse en la intimidad más sentida de una pareja que por más de 40 años pudieron compartir en familia la fiesta de la lectura, la ternura, el diálogo, la intimidad y el deseo profundamente anhelado de adentrarse en las entrañas de un libro, tal como yo he podido adentrarme en la recia personalidad que respira en cada una de las páginas esta dolorosa historia de amor, de lectura y de libros escrita por Aminta Buenaño, e intitulada Un Blues para Roberto relato desde el coronavirus, y disfrutar de ese dolor, aunque resulte extraño decirlo, porque así es de extraña y de especial cada conducta lectora, como la mía, que con la pasión más sentida he podido disfrutar de esta sabrosa y dolorosa historia de amor, de lectura, de libros, de nostalgia, de anécdotas y de un historial familiar que Roberto y Aminta comparten con gran exquisitez de lenguaje en este relato testimonial tipo novela, escrito en este año 2022, y que, de entrada, aparece el personaje protagónico hermosamente descrito:
“Roberto Echeverría Murillo: hombre sencillo, agua de té, pacífico como el cielo, mirada serena, sonrisa reservada como corola que se abre ante la bendición de la lluvia. Él, que no vivió de los aplausos, que no le interesaban, que no ambicionaba poderes ni espacio, que era como ‘una monedita de oro escondida en el fondo del mar’ (tan solo necesitaba un libro para leer y un cómodo sillón en donde arrebujarse en las tardes serenas y plácidas de nuestra casa)” (2022).
Este ser humano, formado al calor de sus lecturas preferidas, vivió humildemente feliz porque aprendió a leer la realidad de la vida, de su vida y de su profesión de médico psiquiatra; de ahí la atracción por la lectura de obras científicas, filosóficas y literarias, y que las leía, como señala Argüelles: “La lectura es un acto libre. Debe uno leer el libro que le apetezca a la hora que le convenga” (2017). Solo así, una lectura cala muy hondo, no tanto por lo que el libro dice, sino por la forma como ese cúmulo de ideas tan substanciosas el lector las procesa en su psique, hasta hacer que el “lenguaje se trasforme lentamente en un compañero interno disponible en cada instante. El lenguaje se enraíza, sin darnos cuenta, en la construcción de nuestro ser individual y social, permitiéndonos ‘decir algo’ a los demás y hacer posible que nos hablemos a nosotros mismos” (Cabrejo Parra, 2020) a través de nuestras acciones más sentidas elocuente y vivamente asumidas, como lo hizo Roberto, como la he hecho su autora; pues,
“Fueron los libros. Sus libros numerosos, inagotables que navegaban por toda la casa y que aparecían en los momentos más insospechados para recordarme una línea, el sobresalto de una idea, una dedicatoria, para llevarme a otros tiempos tan remotos que ni la memoria alcanzaba y solo tocaba perderse en la imaginación y los sueños” (Buenaño, 2022) hasta encontrarse consigo mismo en la realidad y en el sueño hasta “tener una leyenda propia, entrar en los libros para permanecer en el recuerdo” (Vallejo, 2021), tal como lo hace Aminta cuando con profunda nostalgia escribe que “en tu -nuestra- biblioteca, hay más de 4000 volúmenes, destacan especialmente por su tamaño aquellos libros de lectura especializada de filosofía, psiquiatría, ciencias, neurociencia y evolución (…). Repaso sus lomos elefantiásicos con tristeza porque comprendo que quizás no volveré a abrirlos, que allí se quedarán dormidos hasta que un espíritu paciente los despierte, porque a mí, al igual que a ti, siempre nos apasionó la novela, la poesía y el ensayo” (2022), géneros, con los cuales el lector llega a tener una vida plena, como la de esta pareja que da su testimonio de vida centrada en los libros que son la mejor familia intelectual y emocional para compartir la vida hasta llegar a disfrutar del paraíso, aquí en la tierra, en la forma de una biblioteca, como la misma autora de este gran libro lo comenta.