Galo Guerrero-Jiménez
La potenciación del pensamiento reflexivo-crítico, el fortalecimiento del intelecto cognoscitivo y afectivo tienen que seguir siendo prioritarios en la educación formal y en el mudo de las profesiones, a pesar del apabullamiento y de la arremetida sin control que provoca el capitalismo de la información tecnologizada y digitalizada que no permite la funcionalidad humanístico-científica del aprendizaje de la lectoescritura en todas las disciplinas temáticas, para que haya una adecuada potenciación metalingüística, semántica, pragmática y filosófica del lenguaje, de manera que pueda desarrollarse una escribalidad y una oralidad elocuentemente narradas desde la concepción de episodios micropolíticos que psico y socio-lingüísticamente puedan provocar discursos que no sean artificiosos, sino auténticamente conectados con el conocimiento y la sabiduría.
En efecto, tal como lo evidencia Byung-Chul Han: “Nuestra obsesión no son ya las cosas, sino la información y los datos. Ahora producimos y consumimos más información que cosas. Nos intoxicamos literalmente con la comunicación. Las energías libidinales se apartan de las cosas y ocupan las no-cosas. La consecuencia es la infomanía. Ya nos hemos vuelto todos infómanos (…) [o, más concretamente], infómatas, es decir, en actores que procesan información” (2022), sin que para ello intervenga la capacidad cerebral metacognitiva, de “hacerte sentir, vibrar, aprender, sorprenderte, amar, llorar, crear maravillas o enamorarte hasta la última fibra de tu cuerpo” (Zúñiga y Ligioiz, 2018), dado que, el bombardeo de tanta información digitalizada no le da tiempo al internauta para que, mentalmente, la pueda digerir en calidad de conocimiento y de sabiduría, es decir, para que ilumine su percepción intelectual y emocional.
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