Certificado de Firma Electrónica: La Justicia en modo digital

Marco Antonio Muñoz Mendieta

Voces a favor y otras en contra se han levantado en medios digitales y redes sociales, en especial de quienes con orgullo conformamos las filas de los abogados en libre ejercicio. Muchos sostienen que la implementación de la firma electrónica deviene en una suerte de conculcación de los derechos, entre otros se señalan: “el derecho al trabajo, el acceso gratuito a la justicia”; así que, como abogado en libre ejercicio, y en estricto uso de mi derecho constitucional a la libertad de expresión, me permito establecer algunos pensamientos al respecto:

La firma electrónica tiene igual validez y se le reconocen los mismos efectos jurídicos que una firma manuscrita, por ello para entender el valor de dicho certificado, es necesario analizar una cosa puntual: Detrás del certificado de firma electrónica existe una “entidad de certificación”, organismo que es el encargado de garantizar la autenticidad confirmando que la información del documento y su firma electrónica se corresponden indubitablemente con el firmante; que su firma es válida; el período de duración de la firma electrónica; además confirmar si el documento firmado ha sido modificado o su contenido desde la emisión de la firma electrónica se mantiene inalterable, se realiza además un proceso de cifrado, esto es que solamente el receptor del documento firmado electrónicamente pueda descifrarla, confirmando de esta manera la confidencialidad; y, que la persona que ha firmado electrónicamente no puede decir que no lo ha hecho. Los precios del certificado de firma electrónica varían dependiendo de las entidades de certificación, pero el mínimo es de veinticuatro dólares.

En cuanto a la duración, la mayoría de empresas de certificación ofertan una vigencia de dos años. En nuestra profesión las aplicaciones son muchas, aunque se están dando los primeros pininos para la presentación de escritos ante Juzgados, Tribunales, Cortes Provinciales y Corte Nacional, de a poco iremos viendo los beneficios que conlleva la implementación de la era digital en la Justicia del Ecuador. Como lo he evidenciado en estas breves notas, debemos salir de la época cavernaria, es hora de concientemente sumarnos a la autopista digital que definitivamente vino para quedarse. (O).