El FIAVL en camino de extinción

Benjamín Pinza Suárez

Loja siempre se ha distinguido por su arte y cultura. Este es su sello inconfundible reconocido a nivel nacional e internacional. Esta exquisita materia prima le ha permitido posicionarse y trascender en el tiempo y, en razón de ello, se le ha otorgado el gran título de ser “La cuna del arte” o “La capital cultural e intelectual del Ecuador”.

Basado en esta fortaleza artística, cultural e intelectual que tiene Loja, es que el exmandatario Rafael Correa impulsó el Festival Internacional de Artes Vivas tomando como referente el Festival de Abigñon de Francia, en cuyo ambicioso proyecto el exalcalde de Loja, José Bolívar Castillo y el gobierno nacional, trabajaron duramente para ofrecer a Loja, al Ecuador y al mundo un espectáculo de primera calidad, y lo consiguieron. Todos fuimos testigos de este magno acontecimiento que le permitió a esta ciudad y provincia ser conocida a nivel planetario. Proyectos de esta magnitud solo son posibles si se tiene voluntad política, si se entiende lo que significa el arte y la cultura como identidad histórica y si se tiene la predisposición de apoyar con un presupuesto adecuado que permita cubrir las más exigentes expectativas y… eso es lo que pasó con el primer y segundo festival que quedó establecido con un aporte de 3 millones de dólares.

La Asamblea Nacional en el 2019 lo institucionaliza, ordenando que debe desarrollarse anualmente de forma ininterrumpida, permanente y obligatoria en el mes de noviembre en la ciudad de Loja. Lamentablemente, cuando la politiquería y la mediocridad se imponen, nada funciona bien porque nada bueno proponen; pero, en cambio, sí son expertos en destruir las obras y todos aquellos proyectos que van en beneficio del desarrollo de los pueblos

Desde cuando Raúl Pérez Torres asumió el Ministerio de Cultura y Patrimonio, en adelante, comenzó la debacle del Festival inventándose una serie de pretextos como el de enviar el contrato del festival firmado por el anterior Ministro a la Contraloría y luego inventándose el “Camino a Loja”, con lo cual se distrajo el presupuesto en otras actividades que no tenían nada que ver con la organización misma del FIAVL que estaba a cargo exclusivamente de Loja y de los lojanos, condenándonos hoy a un miserable presupuesto de 198 mil dólares, con cuya cantidad será imposible preparar un evento de las dimensiones que tuvo el primer y segundo festival y, con toda seguridad, el próximo año lo reducirán a su mínima expresión y el subsiguiente se extinguirá con la clásica muletilla de que “no hay plata”. La finalidad del FIAVL era convertir este evento en un producto cultural exportable que muestre al mundo el talento creativo, visionario y emprendedor de los lojanos.

Desgraciadamente, los lojanos en su gran mayoría votó por este proyecto político y los resultados están a la vista. Nos da una sana envidia cómo los ambateños siguen manteniendo su famoso Festival de las Flores y las Frutas y también en Latinoamérica y Europa siguen vigentes los festivales de Mozart, el Festival de Cine Huelva, el Festival de Edimburgo y el de Abigñon creado en 1947 en donde concurren miles de visitantes para disfrutar de la danza, las artes plásticas y la música y, a la vez, la han convertido a esta ciudad en un lugar vacacional por el tiempo que dura tan importante evento de cultura.