Mi aporte editorial para esta semana era otro, siempre he procurado escribir sobre cosas positivas, sobre el desarrollo, sobre las potencialidades que tenemos, sobre reflexiones de los temas fundamentales de la vida, pero hoy no puedo por respeto a quienes tienen la bondad de leer o escuchar mis letras, omitir lo que está pasando en nuestro país.
Hace horas, y luego de meses de terror, se produjo el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio. Es imposible no comparar lo que estamos viviendo, con lo que vivió nuestra hermana Colombia entre las décadas del 80 y 90 del siglo pasado. El asesinato de Luis Carlos Galán fue la cresta de la ola de una violencia atroz sufrida por nuestro querido vecino del norte.
Los seres humanos muchas veces esperamos tocar fondo para empezar a mejorar. ¿Existe fondo más profundo que esto que estamos viviendo?
Ojalá no exista un fondo mas profundo. Hay un dicho popular que dice que “la primera condición para mejorar es reconocer que estamos enfermos”. ¿Será que los ecuatorianos estamos conscientes que estamos enfermos de violencia en todas sus dimensiones?
Cuando nos piden elegir un presidente de curso o de padres de familia o del barrio, siempre buscamos que el presidente sea otro. ¿Será que buscamos que otro haga lo que tenemos la obligación de hacer? Dar la espalda a los problemas no los hace desaparecer.
Mi hija pequeña que todas las noches me recibe con un gran abrazo que me regresa la energía gastada en el día de trabajo, hace dos noches me recibió con una pregunta. “Papi, escuché que habrá excepción, ¿no podremos salir de casa?”. Obviamente no logra aún entender que es un estado de excepción, pero se da cuenta que algo está pasando, que algo no la deja disfrutar con su familia. ¿Es este país el que queremos para nuestros hijos?
En la historia de la humanidad, la única manera de reconstruir una sociedad destruida ha sido con la unión, ha sido deponiendo intereses individuales y priorizando los colectivos.
El enemigo no es quien tiene una ideología diferente, o quien tiene preferencia por un candidato diferente, o el que no piensa como yo.
El enemigo o los enemigos son los mismos para todos. Nuestros enemigos son la inseguridad, la pobreza, la violencia.
O nos unimos para repensar y reconstruir este país o dejaremos de tener nación. Recordemos que nadie piensa en el desarrollo cuando su vida está amenazada.
Actuando como siempre, pensando como siempre, eligiendo como siempre, no vamos a obtener resultados diferentes.
Finalizo con una frase de una de las canciones de Fernando Ubiergo: “Tu siempre dijiste que, la paz se escapa por, entre los dedos de la humanidad, y los pretendes juntar, son tantas manos que, no alcanzarás”.
@dflara