Luis Antonio Quizhpe
Hoy vivimos en la era de la videocracia, somos animales videntes, estamos sometidos a una lobotomía mental, es decir, nos están agujereando los lóbulos cerebrales. Las principales víctimas son la niñez y juventud, la cual está presa del uso indiscriminado de dispositivos móviles como el celular, los videojuegos, la Internet y la televisión. No se trata de satanizar su uso, sino de cuestionar el empelo excesivo de estos medios, lo que ha convertido a los usuarios en verdaderos adictos.
Siendo así, la situación se torna grave porque la adicción es un hábito de conductas peligrosas o de consumo de determinados productos, en este caso del celular, de la Internet, de los videojuegos y de la televisión, de los que los niños y jóvenes no pueden prescindir o les resulta muy difícil desecharlos por razones de dependencia psicológica y fisiológica. Se ha convertido en una enfermedad crónica y recurrente del cerebro, porque el sujeto busca alivio por medio del consumo de estos medios.
El desarrollo de esta conducta implica para los niños y jóvenes adictos la incapacidad de controlarlo, dificultad para abstenerse, deseo de consumo, disminución del reconocimiento de los problemas derivados de la adicción y en las relaciones interpersonales, así como una respuesta emocional disfuncional. Esto crea problemas en la vida de la persona adicta, porque resta su calidad de vida, al desarrollarse en ella la enfermedad del siglo: la tecnofilia.
Y esto de la tecnofilia es preocupante para padres y maestros porque chicos y chicas están inmersos en el excesivo grado de dependencia de la tecnología o dispositivos como computadoras/informáticos/móviles, a tal punto que no pueden separarse de estos medios. Entonces, este desajuste sicosocial se convierte en una obsesión y genera muchos problemas sicoemocionales al sujeto, como frustración si no puede comprar un nuevo producto, ansiedad si no tiene conexión a Internet y puede sufrir una crisis nerviosa si su computadora o el celular dejan de funcionar.
Hay que recordar que las adicciones pueden derivar en problemas graves para la salud física y mental de los estudiantes, por lo que es importante detectarlas en un estado precoz para sugerir algunas alternativas de solución, tarea que primeramente está en los padres de familia, amigos, allegados y luego en los maestros. En el hogar y en la familia, en vez de ser tan permisivos, deben restringirles del uso exagerado; en la escuela, los docentes juegan un papel decisivo al orientarlos en el sentido de que el uso será solo con fines educativos.
A la larga, los alumnos adictos a estos dispositivos móviles no solo que están cayendo en el pozo de la enajenación, sino que pueden acarrear problemas de salud derivados de sus adicciones. No están libres de contraer trastornos mentales como ansiedad, depresión y hasta esquizofrenia. Por este peligro inminente es hora de que padres de familia, docentes, autoridades hagamos una cruzada local y nacional para hablar en un solo lenguaje: no al uso indiscriminado de los dispositivos móviles.