Fuegos

Danza el sol sin más presencia

que las formas azuladas

de las gotas solitarias

en fatal interferencia.

Solamente fuego roto

en la noche y mis memorias,

en las ostras palaciegas

de los sinos más ignotos.

Calma eterna y soñolienta

al vaivén de tus pestañas,

a la sombra estrafalaria

de sus formas tan violentas.

Urge el norte en tus ventanas

para hacer de tu sonrisa

la cascada sin molinos

en tus sábanas tempranas.

Soliloquio al infinito

entre manos aferradas,

en las tardes solitarias,

romería de benditos.

Dedos mustios, sin el mundo

que se cierne en las praderas,

sonrosados vagabundos

en un éxtasis profundo.

Las silentes marejadas

van y vienen por el aire,

cascabel de los fantasmas

y sus dudas trasnochadas.

Viaje inmenso de tropeles

en ejércitos alados,

en jardines sosegados

sin el brillo de cuarteles.

Hoy, mañana, tarde, cielo,

las variables vestiduras,

de los héroes sin frontera

que se funden sin recelo.

Ser inerte, ser eterno,

en la recta de la vida,

se bifurca serpenteante

en la boca del averno.