Quilanga, 10 de abril 2022
Juan Luna
El calendario ecuatoriano reconoce el 13 de abril, como día del maestro ecuatoriano. Seres que, desde las aulas y luego en jornadas extensas de trabajo en sus casas, tienen bajo su responsabilidad el guiar, orientar, acompañar a niños y jóvenes en el aprendizaje, pero, sobre todo, testimoniar con su vida alegría, coherencia, servicio, transformación y una búsqueda insaciable por hacer siempre el bien.
Los docentes inician su jornada muy por la mañana. Llegan a sus aulas con ideas y libros, llevan en su expresión constancia y trabajo, su ejemplo enseña, educa y transforma, no tocan sólo su mente, sino su corazón para ayudar a construir su proyecto de vida e insertarlos en la sociedad con sentido de responsabilidad y comprometidos con la nación.
Reconocer al maestro/docente la importancia de su rol social, pues, su esfuerzo y dedicación configuran el rostro de cada pueblo y de su nación. Los docentes están en su aula y fuera de ella labrando una hazaña educativa, a la que se suman los esfuerzos de padres y madres de familia convirtiéndose en ejes de las transformaciones nacionales.
El estado ecuatoriano en su normativa plasma la diversidad de centros educativos y distintas modalidades que nace con lo público y se extiende a lo privado, municipal y de orden militar, juntas todas van por un solo norte, los niños, niñas y jóvenes que ávidos por conocer van a las aulas en busca de nuevos aprendizajes y de nuevas experiencias de vida, allí el docente está para generar, para investigar, para cuestionar, debatir y consolidar aprendizajes compartidos que nacen desde la diversidad y la pluriculturalidad.
El docente hoy, más que ayer, debe ser cercano y desde el liderazgo de los conocimientos y los valores lograr la preservación de los derechos de unidad, autonomía, libertad, solidaridad, igualdad justicia y equidad para estar a la vanguardia de los cambios que la realidad compleja y volátil exigen.
El esfuerzo, la perseverancia y la fidelidad a su vocación de servicio en la docencia son el testimonio de una vida consagrada que, en muchos casos inició a temprana edad y que le condujo a estar no menos de 30 años entendiendo y comprendiendo los intereses de los niños, niñas y de jóvenes y desde las aspiraciones, derechos y obligaciones de los estudiantes generar nueva vida.
Reconocer las batallas diarias de un docente es reconocer su aporte en la generación de sueños, pues, son forjadores de crear grandes y maravillosos sueños en los estudiantes, sueños que harán posible un nuevo sabio y ser sabio no solamente es tener grandes conocimientos en la mente, sino capacidad para enfrentar la vida y resolver sus problemas.
La calidad de docente no está medida por los títulos, sino por la calidad de saber ser grandes seres humanos, cuya esencia radica en la humildad, en la sencillez, en la entrega, en el sacrificio, también en el amor y alegría que pone en lo que hace. La calidad del maestro se mide por su humanidad no por los títulos acumulados, sino porque sabe dar y entregar lo que sabe.
Gracias maestro porque eres luz permanente. Gracias por generar esperanza al ser compañero y fuente inagotable de sabiduría. Gracias porque lo hoy yo soy, es gracias a mis padres mis primeros maestros y a mis docentes que encaminaron mis sueños.