David León Ortega.
Hace unos días conocí a Miguel Ángel, un joven extranjero que es profesional en computación, quien mendigaba unas cuantas monedas en las calles de Loja, puesto que, lo que gana limpiando vehículos, no le alcanzaba para mantener a su familia, por curiosidad le pregunté por qué no trata de conseguir un empleo formal, si aún es joven. La respuesta fue contundente: «no hay oportunidades». Como Miguel, muchos ciudadanos extranjeros y locales deambulan día a día tratando de encontrar espacios de trabajo y, muchas de las veces, ante la coyuntura de desempleo generalizado, se encuentran con la necesidad de aceptar un empleo en actividades que nada tienen que ver con su preparación académica. Ese es el panorama actual del mercado de trabajo, en una economía como la nuestra en donde aún existen desajustes estructurales y problemas con la normativa laboral, lo que imposibilita la creación de fuentes de empleo de calidad.
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