La violencia carcelaria hace rato se salió a las calles

Las cárceles de un país, casi siempre son el reflejo del grado de descomposición e inequidad imperante en su sociedad, también son fruto en demasiado número de ocasiones de una función judicial con muchas fallas al momento de administrar justicia. Eso, lamentablemente está sucediendo ahora mismo en nuestro amado Ecuador, donde esta última semana se han dado hechos dolorosos que nos han lacerado el alma. Cuando hemos visto por la televisión, personas aglomeradas frente a los reclusorios especialmente de Guayaquil, intentando indagar a como dé lugar, el estado en el que se encontraban sus familiares o amigos privados de libertad por diversas causas.

Hasta el momento en que escribo estas letras para ustedes, según la versión oficial, eran 119 las víctimas de esta guerra interna entre bandas, por el dominio de los penales. En este enfrentamiento, han caído los que son y los que no son, o sea quienes eran parte activa de alguno de los bandos, tanto como los que se hallaban purgando penas leves. Haciendo una cronología de estos tristes sucesos, debemos remontarnos al asesinato del señor Zambrano, más conocido por el alias de “rasquiña” Este fue el detonante para que salga a la luz pública la situación real del sistema penitenciario nacional. Pudimos evidenciar lo que era un secreto a voces, la infiltración a los penales de toda clase de armas y tecnología de punta lo que permitía a los líderes de los bandos en contienda, generar trifulcas y caos, tanto a nivel interno como externo. Asociados con la clase política corrupta, como también con carteles de la mafia internacional, hacen y deshacen de personas y cosas en el país. Ordenan matar a quienes tengan la osadía de oponerse a sus intereses, no importa si es un personaje muy conocido, o cualquier hombre o mujer humilde, simplemente porque se negó a facilitar o ser cómplice de una operación jugosa para ellos, en cambio, cuando acceden sumisamente a colaborar con sus intenciones, son generosamente premiados, logrando deslumbrar a una clase humilde que se debate en la pobreza y desesperanza de un futuro sin certezas.

Hay muchas aristas en este caso que sería interminable mencionar, pero vamos a echar un vistazo a los más evidentes, empecemos por la sobrepoblación carcelaria que provoca hacinamiento descomunal, el personal de los centros penitenciarios es escaso y encima mal pagado, por si fuera poco, mal preparado. Lo que los convierte en presa fácil de sobornos y alteraciones del orden. Otro punto a tener en cuenta es, la falta de una infraestructura adecuada en los penales, dándose una mezcla peligrosa en un mismo pabellón, de delincuentes contumaces y gente que cumple penas por alimentos o prisión preventiva, que en un alto porcentaje también han muerto en esta masacre colectiva de la semana pasada.

Hasta ahora se han ido sucediendo autoridades encargadas de vigilar la buena marcha de las cárceles, con resultados nulos. Mientras tanto la violencia desatada en las penitenciarías se ha tomado hace rato las calles de las grandes ciudades, en forma de sicariato, o microtráfico, nuestros niños y jóvenes de mentalidad débil, siguen viendo como súper héroes a los mafiosos colombianos y mexicanos, gracias a los medios de comunicación masiva que hacen apología de su vida y obra. Ojalá esta maldita plaga no se expanda más.