Emiliano Mora
—Madre, el Paraíso perdido
tal vez se pudiera hallar;
dime tú, ¿por qué senderos
lo he de poder encontrar?
Cuentan que en él hay un árbol
y en ese árbol hay un fruto,
que al comerlo nadie muere,
nadie se viste de luto;
y yo, que mi amor primero
sólo para ti guardé;
para que nunca te mueras,
ese fruto buscaré.
—Cosa fácil, hija mía,
pretendes, a la verdad,
y me complaces que busques
así la felicidad.
Son los medios necesarios:
la cristiana educación,
la modestia de la vida,
la llave de la oración.
Cruza la tierra esquivando
a la serpiente del mal,
y hacia el árbol del Calvario
dirije tu paso igual.
Con la inocencia por guía,
la vista siempre en el cielo,
encontrarás en ti mismo
ese fruto de tu anhelo.
Cuando para ti lo hallares,
tu madre será inmortal;
que tu bien es, amor mío,
mi paraíso terrenal.
1901
(Tomado de la Revista Literaria del Liceo Bernardo Valdivieso, No. 10).