Violencia y costumbre

Por: Sandra Beatriz Ludeña

El 25 de noviembre fue designado como “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”, aunque en el mundo se haya realizado múltiples actos como marchas, protestas, congregaciones, veladas, y más; la violencia contra la mujer pervive en la costumbre.

La idea de crear una fecha para reflexionar acerca de los actos violentos contra mujeres es loable, pero no surte el efecto que corresponde.  Porque, —pienso— que aquellos actores sociales luchadores contra la violencia, tienen otros intereses, pueden estar relacionados más con protagonismo, posicionamiento político, ocultamiento de otras realidades y más.

Así, la violencia pervive en la costumbre, pues, mientras hay personas que dicen protestar contra la misma, solapadamente ayudan a que siga manteniendo su poder de forma inadvertida.  Conozco casos.

Una mujer feminista dice luchar contra la violencia hacia la mujer, mientras que, de puertas hacia dentro en su casa, contrata mujeres a las cuales grita, humilla, persigue, mezquina la comida y la satisfacción de cosas elementales y al pagar los servicios domésticos no cumple con lo legal. 

En sus conversaciones con otras mujeres de su clase, dice que a las domésticas hay que reprimirlas y no dejar que hagan lo que les venga en gana, que recientemente le dañaron dos sartenes de teflón importado, —carísimos—.  Se queja, pues considera que tales mujeres son brutas, pues no saben tratar los utensilios. Las amigas están de acuerdo, con el servicio doméstico la patrona sabe lo que hace, así el trato sea maltrato físico y psicológico, que no deja de ser violencia.

Por otra parte, en pareja el marido le entrega a la mujer dinero para el abastecimiento de materiales para la comida. Cuenta una amiga que su expareja, al principio de la relación le daba cinco dólares semanales, aduciendo que ella debía poner los otros cinco dólares para que se forme un presupuesto de diez dólares a la semana.  Ella sin trabajo, no podía aportar su parte.  Así enfrentaba con cinco dólares la semana. Resulta increíble, pero es verdad, se trata de violencia económica, acorralar a una persona para que sobreviva con menos de dos dólares diarios.

De mi propia experiencia, como resultado de una conspiración y venganza brutal e ilógica, pues, no he hecho sino lo correcto en mi actuar, he sido víctima de violencia en todas sus formas, incluida la económica, pues, se han dedicado a bloquear todos mis accesos a una vida digna. La justificación es que así se debe tratar a aquellos que denuncian la corrupción.  

Si se analiza estos tres casos, vemos que la violencia está incrustada en la costumbre y más allá de los discursos, las falsas poses, la ley, la vivencia como experiencia dice lo contrario.