Efrén Sarango Palacios
Arrancaron los motores
que remolcan la campaña,
destaparon la champaña
y brindaron los señores.
Los partidos de colores
amarillos, azulados,
verde agüita, anaranjados
ya se friegan las manitas,
ya ensayan palmaditas
y también besos volados.
Colgarán sus cartelitos
con la foto del fulano,
de la dama, los paisanos
y otros tantos angelitos.
Se los mira a los benditos
con engrudo y escaleras,
piola, cinta, hasta tijeras
preparando los carteles,
como hormigas, en cuarteles,
en caminos, carreteras.
Es la época del beso
con cachete sudoroso
a los más menesterosos,
de la hambruna y el bostezo.
Es la época del rezo,
de la misa a San Benito,
de limosnas en cortito,
de la santa confesión,
del olvido, del perdón,
del andar bien derechito.
En campaña vale todo
dice un diablo conocido,
el abrazo desabrido
y empinar botella y codo.
Se dan formas, se dan modos
para andar por los mercados
abrazando con modales
a los ñaños informales
ofreciendo lo impensado.
Se los mira, es muy chistoso,
con zanqueros, con payasos,
ensayando raros pasos,
dando dulces, dadivosos.
Entre aplausos y alborozo
de sus íntimos parientes
militantes y otros clientes
toman aire, inflan el pecho,
discursean hasta el techo
sus proclamas tan corrientes.
Es el tiempo más propicio
para chicles y llaveros,
cortaplumas, gas, esferos,
del parlante y el bullicio.
En algunos edificios
ya se estrena la fotito
de un señor coloradito,
de una dama que ha melado
al hartazgo en el pasado
y hoy nos pide los votitos.