Campos Ortega Romero
Recordamos que el Consejo Electoral ecuatoriano convocó oficialmente a las elecciones presidenciales y legislativas anticipadas para el próximo 20 de agosto. Los ajustados tiempos han hecho correr a la autoridad electoral que debe desarrollar los comicios en 90 días, cuando normalmente se tomaría un año. También los partidos y movimientos políticos tienen prisa en este escenario atípico, al que se refirió el presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, cuando aseguró que el decreto de “muerte cruzada” que firmó: “contó con la aprobación de más del 80% de los ecuatorianos”.
Recordamos quela crisis política, económica y moral que atraviesa actualmente nuestro Ecuador, constituye, aquella aseveración que nuestro país, está enfermo. Su cuerpo desde su nacimiento ha sufrido mucho y ha sido afectado por la enfermedad en sus distintas partes. Algunos de sus síntomas se encuentran profundamente arraigados y encarnados en su piel: crisis de identidad, personalidad deteriorada y dividida, fuerte disociación con la realidad, a lo que algunos estudiosos, han denominado esquizofrenia social, amnesia parcial y en ocasiones total, idolatría a lo ajeno y sumisa con el extranjero, carece de autoestima, fuerza y unidad interna para combatir estos y muchos otros síntomas que le aquejan. Lectura que aprovechó y aprovecha la derecha de nuestro país, para eternizarse en el poder.
A estos graves síntomas se suma aquello que los ecuatorianos de a poco nos estamos volviendo egoístas e individualistas, para olvidarnos de los valores, por ejemplo: el bien común, que solo se lo construye y alcanza arrimando todos el hombro, se acuerda de las mingas que hasta ahora las realizan las comunidades indígenas del país. Por ello consideramos que es necesario cultivar el principio ético y moral de lo que significa buscar el bien para todos, sí el bien para todos.
Reflexionamos que el individualismo no es malo en todo sentido, los norteamericanos son muy individualistas, pero eso lo contrarrestan con un gran sentido nacionalista piensan en ellos “nosotros”, piensan lo que es bueno para su patria. Nosotros los ecuatorianos no tenemos ese sentido de nacionalismo, siendo esta una de las causas de nuestro retroceso en todos los niveles: político, social económico y cultural, acción que se aprovecha la derecha ecuatoriana.
Muy a pesar nuestro y a lo mejor con nuestra complicidad en nuestro país reacciona de acuerdo a los intereses de grupo: lo que es bueno para mí gremio, mi partido, mi etnia, es bueno también para el país, porque simple y llanamente identificamos el país con el cuerpo social al cual nos pertenecemos. Muy a pesar nuestro; y, con nuestra complicidad en el país se ha llegado a esta situación porque cada actor en la vida política de nuestra nación, se rige por esos conceptos; lo que dicen los demás no sirve, no importa y no es bueno, pero lo que es bueno para mi grupo eso es bueno para el Ecuador.
Estas actitudes soberbias e inflexibles, prepotentes de los políticos de la partidocracia ecuatoriana, parten de una falsa comprensión de lo que es el país, lo que les impide ver, que los otros, es decir el hombre y mujer anónimo, los hombres de mil nombres, estudiantes, obreros, trabajadores, en definitiva los hombres y mujeres sin voz y sin rostro, también somos ecuatorianos y nuestras opiniones también cuentan o deberían contar en la toma de decisiones finales en las acciones y planificaciones políticas.
Parte de la solución consiste en hacer el ejercicio mental de ver al Ecuador como una realidad que es de todos y que lo hacemos todos. Que es hora del entendimiento y consensos, para decir basta a la marginación que ha tenido este pueblo por parte de una élite política, económica, social y sindical, que no ha sabido entender los problemas de esta gran población.
Entonces para cambiar por mejores senderos a nuestro país tenemos que encontrar acuerdos mínimos que, aunque no sean totalmente satisfactorios para cada grupo o persona, sean aceptables para todos. Es necesario recordar y sentirlo, que; el estado, más que leyes, requiere de buenos políticos. Más que reformas a la Constitución requiere dirigentes del Estado que cumplan y hagan cumplir las normas constitucionales. Para hacer realidad lo dicho usted tiene la palabra. Así sea.