La Navidad en crisis

Ahora que ya estamos celebrando la navidad, considero oportuno hacer junto a ustedes, una reflexión de lo que hace décadas hemos convertido la navidad. Puedo sonar bastante trillado, pero correré ese riesgo, cada 24 de diciembre gran parte del mundo celebra el nacimiento de Jesús, que vino como salvador de la humanidad, claro, para quienes creemos en ese hermoso misterio de la salvación, cuando Dios envío a su único hijo para pagar con su divina sangre el precio de nuestras culpas.

Todas las cosas señaladas en el párrafo anterior, desde hace muchos años, en la actualidad han sido casi totalmente tergiversadas por una sociedad, que ha convertido en un pretexto para el desenfreno, la fecha simbólica del cumpleaños de Jesús, la han transformado en un espacio de diversión, en el que se omite por completo, ese legado de infinito amor de nuestro salvador, que pasa desapercibido, o en un segundo plano al principal protagonista de esta fiesta milenaria. En estos tiempos tan complicados existen otras prioridades como el hedonismo, la fatuidad, y banalidad absoluta.

El error radica creo yo, en que, equivocadamente se toma a la navidad como una conmemoración cualquiera, como el aniversario del nacimiento de un personaje común y corriente de la historia universal, que hizo cosas muy importantes pero que ahora está muero y enterrado. Cuando no es para nada así, porque Jesús está más vivo que nunca entre nosotros, lo podemos ver en cada rayo de sol que asoma por nuestra ventana cada amanecer, o en la oración de un enfermo desahuciado que invoca su nombre con una fe gigante, y encuentra sanación, sin explicación científica alguna   

Es que en esta sociedad al parecer todo está permitido, si le conviene a los seres humanos. Los habitantes del planeta de este siglo 21 se han creado un Dios a su imagen y semejanza, lo han puesto al servicio de sus intereses y ambiciones, lo mismo han hecho con la navidad, la han convertido en una fiesta en la que lo que menos importa es el nacimiento de Jesús Solo importa un desfile desordenado y to<talmente inequitativo de regalos, los que no pueden estar a tono con esta desbordada cascada de recursos, se sienten mal y muchas veces caen en depresión profunda

Por eso, en temporada navideña se incrementa considerable los suicidios, especialmente de jóvenes, que se sienten desubicados e impotentes, ante un conglomerado que derrocha hasta más no poder, en un hecho paradójico, puesto que lo que se recuerda es, el cumpleaños de un ser que predica y practica la igualdad, el amaos los unos a los otros, el ser, que no merece un olvido tan rotundo como el de ahora

Mientras tanto la navidad sigue en una crisis muy aguda, lo peor de todo, es que no se avizora por ningún lado una cercana solución; hagamos votos sinceros porque la navidad —su verdadera esencia— esté entre todos nosotros.