Otredad, psiquis y lectura

Galo Guerrero-Jiménez

Nuestra psiquis se forma en la medida en que logramos crear espacios simbólicos del conocimiento que recibimos de los demás, es decir, de la otredad. Por eso, cuando los demás están bien formados, y uno acude a ellos y los toma como modelos, como referencia para nuestra formación, la psiquis nuestra se robustece, adquiere un potencial intelectual, emocional y espiritual lo suficientemente equilibrado como para enfrentar la realidad cotidiana desde nuestra condición particular, de la mejor manera que le sea posible a nuestra personalidad, a nuestro yo, para responder a través de dos herramientas mentales que tiene nuestra conducta humana: la cognitividad y la lingüística.  Pues, con ellas, si la psiquis funciona de manera altamente consciente, la comunicación humana estará cumpliendo su mejor expresión simbólica, axiológica, hermenéutica, estética y metalingüísticamente en el amplio proceso de contacto que mantenemos con los demás y, por supuesto, con uno mismo.

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