“Primicias de la Cultura de Quito”, aparece en su primera versión el 5 de enero de 1792, periódico dedicado a exaltar las ideas libertarias, constituyéndose en el Decano de los periódicos americanos, fundado por Eugenio de Santa Cruz y Espejo, precursor y prócer de la Independencia americana. Es en este campo, el periodismo, donde emprende su dura batalla contra los encomenderos, las arbitrariedades y las extorsiones de las autoridades de turno, el trato inhumano y cruel contra los grandes sectores de aborígenes que vivían una vida misérrima y trabajaban en los obrajes y artesanías, como hoy, para enriquecer a unos pocos. Su pluma acertada en el crisol de la verdad le servía para luchar por el bien común como paradigmas de su formación ética moral que configuran su recia personalidad de hombre libre, comprometido con la verdad y la justicia, por ello el Congreso Nacional, el 29 de mayo de 1992 y con ocasión del segundo centenario de aparición del “Primer Periódico Ecuatoriano” decretó el acuerdo que estableció la fecha del Día del Periodismo Ecuatoriano.
Escuela y heredad, para los periodistas que ejercen esta noble profesión en el presente. En la actualidad es evidente que el periodista tiene que ser mucho más exigente consigo mismo y con el medio de comunicación social para el cual trabaja, en lo que concierne a su comportamiento ético, porque las circunstancias presentes tienden a desviar la finalidad de servicio de bien público, de su misión como periodista en esta vorágine de competencia en la que está en juego los valores humanos y sociales, expuestos por exigencias comerciales y de circulación, de tiraje, de sintonía o tele audiencia. Y es tal el peligro en este sentido, que se está desnaturalizando el auténtico papel de la prensa, al suponer equivocadamente que se llega a ser mejor cuando mayor es el ingreso económico para el medio, aunque para esto se exageren los detalles de una información atentatoria a la vida privada y al respeto que merece el público; cuanto más daño moral se cometa, cuanto más sucio es el material que se ofrece, en vez de ser producto noble y alturado, decente y leal a que está obligada la prensa. La noticia no puede ser una mercancía más que se pone a la venta, en un mercado de escándalo, de sensacionalismo y de drama traumatízate.
Estas acciones constituyen, más que de servicio, de comercialización que rebaja la categoría de la información a una simple: “economía de beneficio, llegando incluso hasta degradar la industria del entretenimiento” lo afirma Dovitaf. En esta carrera competitiva, -no en calidad, sino de dinero-, se está llegando a extremos graves, tanto que la sociedad, han comenzado a considerar al periodismo como heraldo apocalíptico del mal, de lo negativo, de lo incierto, de lo dudoso y de las peores noticias.
Ante esta situación recordamos que uno de los poderes más importantes y por esto mismo más peligroso en la vida moderna es el poder de informar, de comunicar, el poder de los medios de comunicación. Periódicos, revistas, radio, televisión, órganos publicitarios no se limitan a la información sino que de hecho contribuyen para formar la opinión pública, modificar la adhesión a valores y por eso puede llegar a cambiar el comportamiento efectivo de ciudadanos aislados, incluso de una población entera. El poder de comunicar es en la realidad el de educar. Comunicar es educar y educar es comunicar. Camino a la ansiada libertad. Aquí está el ideal confiado al periodismo. Con él se puede llegar lejos. Podríamos inscribir este pensamiento de Jean de Muller en el ámbito de las responsabilidades de periodista: “El más hermoso don de la libertad es el derecho a ser veraz. La libertad y la verdad están allá donde reinan la paz y la justicia”. Saludamos a todos los periodistas lojanos así sea.