Dimensión de la amistad

No es el río el único que inspira estas palabras de amor, pero, quizá el más genuino al observar su fluir.  En el camino hay gente pululando en el entorno, algunos serán como las luces de Navidad, unas veces encendiéndose, otras apagándose. Mas, pocos permanecen perdurables en la amistad y el amor.

¡Deja ir! Quizá es un ejercicio esencial de vida y también, el más difícil, porque el corazón tiende a prendarse de presencias.  Suele suceder, que una vez nos familiarizamos con ciertos halagos, afectos, conversaciones, pretendemos que se estanquen en la existencia; pero no es lo natural, el río no se encariña con su agua, que deja fluir libremente, y ese fluir es justamente hermosura, porque un río con agua estancada sería maloliente y falto de gracia.

Sé que desde la niñez buscamos el aprecio de los que nos rodean, sea amigo, amiga, compañeros y otros.  En mi caso, pasé años tratando de ganarme el aprecio de un amigo al que amo con mi alma, transitamos tiempo, juntos, generando ideas, haciendo experimentos, buscando el bien.  Aprendí mucho a su lado, pero en un momento de desencuentros, tuve que dejarlo ir; ya no estaba listo para amarme, valorarme, pasé una etapa muy dolorosa, intentando retenerlo, generando concurrencia de circunstancias con alguien que no tenía interés en mí.  Intentaba proteger una amistad que no tenía lugar en mi vida.

Cuando creces como persona, te das cuenta de que una vida de alegría, compromiso con el bienestar propio, es también soltar, desapegarse.  Esto no es, que la amistad se acabó, que el amor terminó, claro que no.  Esto es, vivir el amor o la amistad no correspondida, que no siempre es una historia triste.

Si eres excluido, insultado, olvidado, maltratado, como yo lo era: cuando por teléfono, la comunicación rebotaba por el bloqueo, cuando me dosificaba el tiempo, y no podía atenderme, y solo aprovechaba de mí para los favores. Entonces, tomas conciencia, que retener es construir una historia triste.

Sigo amando a mi amigo, pero, no me arrastro detrás de él.  No dependo afectivamente de nadie.  Ayer, lo encontré en mi camino, me dio gusto saludarlo, conversar con él.  No he dejado de quererlo y la amistad aflora, pero esta vez, sin retenerlo.

Tal vez, si dejas de aparecer, no te busquen.  Tal vez, si dejas de intentarlo la relación termine. Tal vez, si dejas de enviar mensajes, tu teléfono esté oscuro durante semanas. Eso no significa que lo arruinaste todo, significa que te aferrabas a algo que ni tú comprendías.  No es tu tarea importarles a los otros y estar a su disposición. Tomar distancia de aquellos lugares y personas en donde no eres amada o amado, es una decisión que te traerá paz, alegría, independencia, y la madurez para vivir la verdadera dimensión de la amistad.