La crisis de la pandemia aceleró el proceso del uso de la tecnología digital. Hay dos retos que implica este proceso.
Para profundizar en el tema, les ofrecemos un fragmento del artículo “Escribir y leer” de Jaume Patuel Puig (pedapsicólogo):
“Hoy existe un pequeño aparato, el Ipad, que muchísimas personas usan: No lo tiene todo, ni todo lo que tiene es verdad. Y esto nos conduce a dos consideraciones.
La primera, y de suma importancia, es ejercer la capacidad crítica que nos debe llevar a buscar fuentes, causas etc. para no tragárnoslo todo.
La segunda, hay que leer. La cuestión es si se sabrá hacer un uso de los aparatos técnicos para aprender a leer. Una lectura comprensiva, no sólo técnica o de normas u ordenanzas o un algoritmo. No una lectura material o fundamentalista. Éste, en mi opinión, es el gran reto. ¿Libres para aprender o esclavos para someternos?
Y por suerte no es responsabilidad sólo de la escuela sino de la sociedad. El primario, la familia, ha de inocular, inyectar: paz y serenidad. El primer peldaño para vivir, no únicamente sobrevivir, es la estabilidad económica que implica: hábitat, comida y trabajo. Esto que es tan fácil de escribir o decir, no está al alcance de todos.
Las llamadas «vacaciones» es un momento de poder leer y escribir con placer. El leer, y si va acompañado de escribir tanto mejor, es vida. Hay que entrar en una librería y la ansiedad emerge ante la cantidad de publicaciones de todo tipo y «no andarse por las ramas”. Hay que saber escoger. ¿Qué función tan magnífica la de padres, maestros y libreros en introducir a la lectura a través de estos aparatos que no tenemos aún la pedagogía: ¿cómo enseñar y aprender?
La escritura, tiene lugar hace unos 5.300 años, fue el inicio de una gran revolución para pocas personas. En 1440 hay otra gran revolución: la imprenta. La cultura al alcance de todos, lo que aún continúa. Y ahora se añade la revolución digital en un mundo global. Disfrutar sí, pero que lo inmediato o lo urgente no nos haga perder lo que es importante. ¿Qué criterio? Un sentido común o cordura personal, familiar, escolar y social, pero siempre abierta a la pluralidad. La lucha permanente contra el pensamiento único que nos quieren imponer tanto la plutocracia como la oligocracia o el poder de turno.
Y no hay que olvidar que el método de lectura es como conducir un coche: Según por dónde vamos tenemos que usar el cambio de marchas. Por el contenido del texto iremos más deprisa o valoraremos que hay que ir poco a poco para comprender… Y eso hoy, con la inmediatez, no es tan fácil. Comprender todo a la primera es pedir un imposible cognitivo, un peligro. Y peligro que puede ser aprovechado para manipular, imponer el pensamiento único y creer que pensar es fácil. No. El verdadero pensar, no el técnico-matemático, implica dolores de cabeza, ansiedades, momentos de crisis, de esfuerzo como depresivos; pero no pensar es muchísimo peor. Es la cultura de la ignorancia. Toca elegir: ¡Pensar o morir!”