Desafíos de los partidos políticos

César Eduardo Briceño Toledo

Desde el retorno a nuestra democracia ecuatoriana, desde los comicios de 1979, han existido un sinnúmero de tropiezos, que nos han puesto al borde de gobiernos de facto, con la defenestración de los expresidentes Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez; durante los cuales tuvieron un rol protagónico los caudillos de los diversos partidos políticos con los poderes fácticos de la nación.

Desde la promulgación de la Ley de Partidos Políticos durante la presidencia de la Comisión que presidió Oswaldo Hurtado, luego la Codificación del Reglamento en el 2000 y finalmente la expedición del Código de la Democracia del 2008; con un cariz presidencialista mediante la creación de las funciones Electoral y Consejo de Participación Ciudadana y Control Social; existe una descarada complicidad de los políticos para que impunemente hagan de las suyas en contra de la Constitución. Desde la preceptiva electoral jamás los políticos la cumplieron peormente adoctrinaron a sus seguidores; para cuyo cometido el Estado les consigna un presupuesto.

Ad portas del próximo evento electoral en el 2023 para designar a las autoridades locales, que se estiman 90.000 los candidatos de 300 partidos, y movimientos cantonales y parroquiales; nos hace pensar en la fragilidad del sistema electoral, deficiente y poco exigente con los candidatos que no les pide ninguna preparación académica y probidad ciudadana para una dignidad popular. Es inusual revocar el mandato a un dignatario por la farsa de sus propuestas preelectorales, que hasta se le permite participar en las siguientes elecciones. La ciudadanía considera que no debe darse la reelección seguida sino con alternancia.

Los partidos políticos tienen una deuda histórica de incumplimiento con los intereses de la patria que lejos de contribuir a la forja de un futuro promisorio; se constituyeron en organismos de corrupción y persecución hasta criminal en contra de sus opositores políticos y de la sociedad civil. El desprestigio es inconmensurable de la clase política, que ha sido el caldo de cultivo para que resurja toda clase de populismos civil o militar, que por décadas han desbastado a la nación en lo social, económico y moral.