El verdadero Efecto Mateo

Fernando Oñate

El término “Efecto Mateo” fue utilizado por primera vez por el sociólogo Robert K. Merton en un artículo publicado en la Revista Science. El nombre proviene del versículo 12, capítulo 13 del Evangelio de Mateo: “Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”. Varios estudios han evidenciado que el prestigio académico de un profesor y su Universidad le facilitarán la obtención de recursos para investigación, un estudiante que presenta ciertas cualidades apreciadas por su profesor, recibirá más atención y por ende obtendrá mejores resultados; o sin ir tan lejos, una institución financiera ofrecerá mayores volúmenes de crédito a quien pueda presentar mejores garantías. Aunque aparentemente el que más tiene recibirá más, el sentido de esta expresión es diferente.

Antes de pronunciar la frase que da nombre al Efecto Mateo, Jesús narró a la multitud que lo escuchaba la denominada parábola del Sembrador: “Un agricultor salió a sembrar sus semillas en el campo. Mientras lo hacía, algunas semillas cayeron en el camino, y las aves vinieron y se las comieron. Otras cayeron sobre terreno pedregoso, donde la tierra no era muy profunda. Las plantas nacieron pronto, pero a flor de tierra, y el sol ardiente las abrasó y se secaron, porque casi no tenían raíz. Otras semillas cayeron entre espinos, y los espinos las ahogaron. Pero algunas cayeron en buena tierra y produjeron una cosecha de treinta, sesenta y hasta cien granos por semilla plantada” (Mateo 13: 3-8). 

Posteriormente, el mismo Jesús les daría a sus apóstoles la interpretación de esta parábola: La semilla es el mensaje del reino y el terreno es el corazón de las personas que puede ser duro, poco receptivo, y aunque algunos incluso reciben la semilla con gozo, los afanes y los problemas de esta vida no permiten que la semilla eche raíces. Tan solo el corazón del hombre que escucha el mensaje y lo entiende será la buena tierra de la que se cosechará al treinta, sesenta y hasta el ciento por uno.

Al mirar en contexto, es fácil darse cuenta que aquel que tenga un corazón dispuesto a recibir al Señor, a obedecer su palabra, que comprenda que es mejor dar que recibir, tendrá tesoros en el cielo; tendrá más y por ende recibirá una mayor bendición en todos los ámbitos.  “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1). Él es un Padre Fiel. Siempre velará por sus hijos.