Día de los Difuntos o Finados

Campos Ortega Romero

El 2 de noviembre de cada año, en nuestro país se celebra el Día de Difuntos o Finados, donde se observa el singular contraste de dos culturas: “la indígena y la mestiza” por un lado, los habitantes de las ciudades se limitan a visitar los cementerios y a recordar con nostalgia a los seres queridos que se fueron, concurren a los cementerios, los deudos adornan las tumbas de sus seres queridos con flores y tarjetas. En cambio para los indígenas y muchos habitantes rurales es un día festivo, que no da cabida al dolor sino a la celebración de su paso por este mundo y a la aceptación gozosa del círculo de vida. La comida típica de esta fecha es la colada morada, hecha a base de frutas y hierbas aromáticas, y las guaguas de pan. Lo cierto es que la muerte es un hecho natural que no escapa del tiempo ni de la cultura, algún día todos moriremos. Sin embargo, aunque la ciencia trata de dominarla, nadie sabe con certeza qué encierra el proceso de morir.

El culto a los muertos es tan antiguo como la humanidad y los indígenas de nuestro país, no podían ser extraños a él, no sabemos en qué épocas del año rendían sus ofrendas a los muertos, pero nos consta que actualmente lo hacen en la misma fecha que la iglesia católica. Cuando fallece un compañero de la comunidad, se le asea, se le baña en el río, hoy con las hierbas más aromáticas como es el romero, el matico, para enviarle totalmente aseado hacia el más allá. Esa es una creencia del mundo indígena.

Razonamos que las celebraciones de religiosidad popular cumplen una función de cohesión social y fortalecimiento espiritual de las personas, tanto en los aspectos simbólicos y materiales de las culturas prehispánicas, como en los de procedencia occidental cristiana, y que han devenido en costumbres y prácticas que hoy forman parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial, sentido espiritual y de pertenencia social. Necesitamos recuperar los símbolos para llenar nuestro espíritu, ya que somos seres trascendentales y cuando olvidamos esta naturaleza, el vacío existencial nos consume y de diversas maneras buscamos llenarnos con otros símbolos que -muchas veces- nos empobrecen mental y espiritualmente.

En estas fechas los mestizos, como parte de un rito ancestral elaboran y consumen la colada morada. Esta es una de las tradiciones gastronómicas que perduran en el Ecuador como una costumbre que no se limita a consumirla en conmemoración del día de los difuntos, porque en su preparación se denota una ritualidad que permite mantener vigente la receta. Se consume acompañada de “Guaguas de pan”.

Las guaguas de pan se empezaron a elaborar en el siglo XIX. En esa época, los indígenas preparaban figuras de masa para recordar a sus muertos, en especial a los niños. Es de allí de donde viene el nombre de guagua que significa niño en quechua. Esta costumbre se remonta a cientos de años atrás, cuando los pueblos indígenas preparaban las ‘guaguas’ para acompañar a la colada morada, que tomaban en los cementerios durante la visita a sus seres queridos”.

Lo cierto es que la práctica y experiencia festiva recorren la historia de nuestro Ecuador ilustrando una  práctica cultural en que espacio y tiempo  configuran modos de vida por ello la importancia de la fiesta: Día de los difuntos” o “Finados”  que nos permite la socialización en torno a condiciones sociales, económicas, políticas culturales en las distintas etapas de nuestra historia, valorando las expresiones a partir de la relación social de todas las personas que habitamos en este nuestro querido país, que representa el modo individual y grupal de la cultura popular tradicional de nuestros pueblos. Así sea.