Efrén Sarango Palacios
Hay campañas millonarias,
para alcaldes y prefectos,
que quedamos circunspectos
ante tantas luminarias.
Dijo ayer don Víctor Arias,
entre absorto y preocupado,
que en persona ha constatado
el reguero de billete,
que se exhibe y arremete,
en espacios contratados.
Todo es plata, plata, plata
en carteles, en letreros,
en paredes, en senderos
y el derroche se desata.
El discurso o perorata
en tarima con cantante,
con micrófono y parlante
cuesta un ojo de la cara
porque el precio se dispara
de manera altisonante.
¿Quién financia las campañas?
nadie sabe a ciencia cierta
y la ley es letra muerta
si se ofrece hasta champaña.
Se dan formas, se dan mañas
para hacer el gran derroche
la mañana, tarde, noche
de manera tan de frente,
mientras dice don Vicente
que el control solo es fantoche.
¿Quién financia los carteles,
los disfraces, los zanqueros,
las banderas, los letreros,
los rosales, los claveles?
¿Quién financia los hoteles,
los llaveros, gasolina,
las agüitas, golosinas
que se entregan por montones,
en los campos, poblaciones,
en las calles, las esquinas?
Hay campañas de billete,
es muy fácil darse cuenta;
hay campañas cenicientas;
es decir, son muy pobretes.
Hay campañas al garete
sin los dólares lustrosos,
hay otritos ampulosos
donde corre el vil metal;
es decir, un dineral
con orígenes dudosos.