Campos Ortega Romero
“Gracias a la vida, que me ha dado tanto. / Me dio dos luceros, que cuando los abro, / perfecto distingo lo negro del blanco, / y en el alto cielo, su fondo estrellado, / y en las multitudes el hombre que yo amo.
Gracias a la vida que me ha dado tanto. / Me ha dado el oído que, en todo su ancho, / graba noche y día grillos y canarios, / martillos, turbinas, ladridos, chubascos / y la voz tan tierna de mi bien amado.
Gracias a la vida que me ha dado tanto. / Me ha dado el sonido y el abecedario, / con él, las palabras que pienso y declaro: / Madre, amigo, hermano, y luz alumbrando / la ruta del alma del que estoy amando.
Gracias a la vida que me ha dado tanto. / Me ha dado la marcha de mis pies cansados; / con ellos anduve ciudades y charcos / playas y desiertos, montañas y llanos, / y la casa tuya, tu calle y tu patio.
L canción “Gracias a la vida” de Violeta Parra, constituye una manifestación de amor, canto en comunión con su pueblo, con su gente y su historia. “Violeta indómita, campesina, música, bordadora, pintora, nómade guitarra al hombro, caminadora del Chile rural e indígena, y del Chile urbano, murió el 05 de febrero de 1967, por decisión propia. Su voz cantó a lo social, a lo humano y a lo divino”, señala Adriana Gómez.
Lo cierto es que los versos y canciones de Violeta Parra constituyen una crónica detallada de su vida y de su tiempo, su necesidad de contar cantando constituía el mejor estímulo, sus biógrafos señalan que, en 1953, en la Comuna de Barrancas (Santiago, Chile), Violeta Parra recogió su primera canción. La aprendió de Rosa Lorca, una mujer morena, alta y gorda, que curaba el empacho, santiguaba y pronunciaba palabras “especiales” que atraían la buena suerte y espantaban al mismísimo demonio. La cantautora se inspiró en el folclor popular para definir su estilo. Ese mismo año compuso Casamiento de negros y Qué pena siente el alma. En 1954, Radio Chilena la invitó a participar en un programa semanal de música folclórica: Canta Violeta Parra. Ricardo García, guionista y conductor del programa, recordaba su primera visita a la radio: “Aparecía con una vestimenta muy modesta, muy simple, de oscuro, con el pelo suelto, con un rostro picado de viruelas y una manera de mirar entre agresiva y tierna”.
Las letras y el trabajo musical de sus composiciones lograron rescatar el folclore más bruto y puro de la tierra chilena. En un recorrido personal en busca de las tradiciones musicales, la artista no solo recogió los sonidos del campo y de los barrios de su país, sino también se enfrentó, ya de adulta, a la realidad espinada de injusticias que había conocido de pequeña, cuando su padre enfermó y debió abandonar la escuela para trabajar con sus hermanos tocando la guitarra.
Las canciones revolucionarias de Violeta Parra fueron la primera piedra de lo que años más tarde sería la llamada «Nueva Canción Chilena», el movimiento musical que emergió en torno a la construcción de la Unidad Popular, el proceso liderado por Salvador Allende.
Hoy, al conmemorarse el 55 aniversario de su muerte, recordamos algunas de sus composiciones más revolucionarias y de reclamo social. De su parte, Carla Pinochet Cobos docente de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, señala: “La obra artística de Violeta Parra presenta, en diversos niveles, una compleja problematización de los esquemas sociales de la primera mitad del siglo XX”. Este trabajo busca examinar los modos en los que esta folclorista transita por los esquemas de género que recaían sobre los hombres y mujeres de la época, dando lugar a una mirada crítica e irreverente en la que la tradición cultural y la innovación confluyen, tanto en lo que respecta al contenido de sus textos como en el plano expresivo de su musicalidad.
El ingente trabajo que realizó Violeta Parra en la canción chilena ha servido de inspiración a muchos artistas posteriores, que continuaron con su ardua tarea del rescate de la música del campo chileno y las manifestaciones constituyentes del folclore del país y de Latinoamérica. Sus composiciones propias han sido elogiadas por críticos de todo el mundo, tanto por su compleja elaboración musical como por sus letras poéticas, ingeniosas y socialmente comprometidas. Sus canciones han sido versionadas por gran cantidad de artistas en Latinoamérica (Víctor Jara, Quilapayún, Illapu, Los Jaivas, Inti Illimani) y el resto del mundo (Mercedes Sosa, Fito Páez, Pedro Aznar (Argentina), Elis Regina y Milton Nascimento (Brasil), Joan Manuel Serrat (España), Silvio Rodríguez (Cuba), Susana Baca (Perú), Joan Baez (Estados Unidos), Robert Wyatt (Inglaterra), Holden (Francia)).
Nuestro homenaje y gratitud a Violeta Parra y sus canciones, que las cantaba con la voluntad de un pájaro orgulloso de su suerte: “Yo soy un pajarito que puedo subirme en el hombro de cada ser humano, y cantarle y trinarle con las alitas abiertas, cerca muy cerca de su alma”. Con nuestros mejores recuerdos. Así sea.