Hilado a mano, una tradición en peligro de extinción  

El hilado a mano es una tradición a punto de desaparecer. Observar a una mujer rural —las pocas que lo realizan— girar el sigse y el guango de algodón hasta convertirlo en hilo es un verdadero privilegio.

Los dedos de estas mujeres son las que hacen la magia, pues con esa delicada arte fabrican alforjas, bolsicos y prendas de vestir.

María Alcira Álvarez Correa, de unos 75 años de edad y oriunda del cantón Espíndola, desde los 12 años hasta la actualidad, lleva consigo la tradición de hilar y se ha dedicado a no dejarla morir. Su padre le enseño esta “bella profesional”, como ella la considera.

En diálogo con Diario Crónica, María relató que todo empieza con la extracción del algodón de la planta del mismo nombre, lo desmotan, escarmenan y luego lo colocan en un palo previamente seleccionado. 

Posterior viene la destreza de los dedos de las dos manos para convertirlo en hilo, para ello, “se requiere de una técnica de delicadeza, porque es muy difícil debido a que un poco de fuerza y todo se daña”, acotó.

Agregó que una vez con el hilo —en dos días— realiza una alforja o un bolsico, sin embargo, se demora más tiempo si tiene que colocarle algún color, “la tintura es extraída de las plantas”. María Alcira dijo que el valor del producto final va desde los USD 40 hacia abajo, aunque lamenta mucho que, en la actualidad, pocos valoran estos métodos y los precios les parecen costosos. (I)