El predomino del mundo de la imagen

Por: Lcdo. Augusto Costa Zabaleta

Resulta extremadamente difícil imaginar una cultura carente de imágenes; los hombres del paleolítico ya pintaban en sus cavernas con propósitos mágicos, culturas antiguas, como la sumeria o la egipcia, entre otras, han legado numerosos ejemplos al respecto que hoy se exhiben en los grandes museos; los griegos hablarán de mimesis y los romanos la traducirán como imitación; en la poética Aristóteles dice que “El imitar en efecto, connatural al hombre desde la niñez y se diferencia de los demás animales en que es muy inclinado a la imitación”; los hombres, dice el estagirita, “disfrutaron viendo las imágenes»; historias, rituales, guías para la acción, representaciones estéticas, en que las imágenes revisten funciones sociales y constituyen, en definitiva, un elemento crucial en cualquier cultura, en cualquier momento y lugar. 

La hipertrofia cultural posmoderna es, sobre todo, hipertrofia visual; mirar imágenes es la actividad cotidiana actual más recurrente; por ello lo que no existe como imagen, es como si no existiera, (la llamada “hiperrealidad” es “hipervisual”); como la imagen es, por definición, un elemento cultural (en tanto que la relativa desmaterialización de un referente reconstruido como información o código visual), toda realidad que no sea culturalmente traspasada al terreno de la imagen queda antológicamente degradada (la fotografía es más “real” que el texto y menos real que el fotograma en movimiento, o sea, de la multiplicación secuencial de imágenes). 

La imagen es apariencia, así la imagen de un hombre se parece a un hombre, pero no es un hombre, es una imagen; y la imagen configura un mundo que reclama soberanía, es precisamente porque borra las fronteras que la separa de su referente real; más aún, podría decirse acaso que, en el mundo de la imagen, las imágenes proceden a sus referentes, son causas y no efecto; ese elemento cultural que es la imagen nunca fue tan importante para el poder y para la política como en la posmodernidad, y donde por lo mismo, la batalla cultural se vuelve permanente. 

El mundo de la imagen es aquel en el que las imágenes alimentan y aparentan casi la totalidad de la experiencia cotidiana, apareciendo y desapareciendo por doquier, produciéndose y reproduciéndose gracias a tecnologías propias cada vez más sofisticadas. En este sentido, la constitución de este mundo y su forma de gobernar es inseparable de la reproducción técnica y mediática de las imágenes que permiten que estas lleguen en cantidades siempre crecientes a las vidas de los individuos y que se incorporan a las más diversas actividades rutinarias; imagocracia: gobierno de, en y por la imagen gobierno de, en y por la cultura. 

El mundo de la imagen, sin embargo, verá por primera vez la luz con la llegada de la televisión; ahí dará, por fin sus primeros pasos, este es verdaderamente, el punto de inflexión a considerar; con la televisión y, sobre todo, con su rápida difusión de imágenes y pantallas genera una suerte de quiebre antológico; con ello empieza a borrarse paulatinamente la frontera que separa el ser en la pantalla del ser real en la vida.

Lcdo. Augusto Costa Zabaleta 

Ced. #: 1100310455