Juan Pablo II continúa el legado de ayudar al caído

La fundación, presidida por un sacerdote, ha recibido un tiraje de 700 ejemplares para canalizar recursos que permitan cancelar el saldo de un inmueble que estaría adquiriendo.

La Fundación Juan Pablo II, liderada por el padre Manuel Ponte Sevillano, está ubicada en la parroquia San José del cantón Catamayo; y continúa rescatando, acogiendo y acompañando en la soledad de quienes han sido extrañados del seno familiar, por varias circunstancias, cuya labor se hace posible con el aporte de ciudadanos caritativos.

El sacerdote comentó que están recaudando recursos que les permita concluir con la segunda parte del pago de una infraestructura propia donde vienen realizando su labor social a personas de diferentes lugares del país. “Atendemos a personas con esquizofrenia, discapacidad física y también quienes sufren de alcoholismo; a todos quienes están en las calles y que no tiene familia”, las mismas que al momento serían 63, entre hombres y mujeres, quienes se benefician de su apostolado.

De la información difundida por la organización, el 80% de las 63 personas acogidas no reporta raíces familiares y proviene de ciudades como Guayaquil, Quito, Machala, Cuenca, Loja y Santo Domingo; mientras que, el restante 20% llega para recuperarse de las adicciones o porque sus familiares no estarían en condiciones de mantenerlos en sus domicilios debido a problemas de esquizofrenia. “Son internos que pueden estar 3 o 6 meses, según la decisión de sus familiares, ya que cumplen con un servicio temporal. “Según nuestros estatutos, ellos llegan a ser considerados nuestros seres queridos”.

El religioso explicó que un grupo de jóvenes coordinó en 2017 conformar la organización que venía funcionando desde el 2012 como San Juan Bosco y acogía a niños de la calle con problemas de drogadicción y robo. “Ellos crecieron junto a mí, y ahora son directivos de la Fundación, y quisimos devolver el amor a Dios por habernos encontrado en la vida”, atendiendo a personas desde los 18 años en adelante que esté abandonado en las calles de cualquier ciudad de Ecuador.

Su vocación por la caridad habría nacido desde su niñez, desde que empezó a ayudar a sus padres para mantener una numerosa familia integrada por 14 hermanos. Dijo no sentir vergüenza en sostener que la Fundación sobrevive de la caridad de la gente, ya que desde sus inicios salía a las tiendas, mercados y calles de Catamayo, vestido de sotana en busca de ayuda para alimentar a sus internos, y ahora lo hace en zapatillas y una alforja, como símbolo de su apostolado. “Nos quieren en los mercados y tiendas comerciales en los cantones; porque nos colaboran en nuestro humilde trabajo”, señaló.

En su reseña personal, el padre Ponte Sevillano, describe a la alforja como “un símbolo de fe y espanta envidias”, y desde que la usa regresa a casa llena de frutas y alimentos, como pan, caramelos y víveres en general. Expresó recibir el cariño de la gente, por eso le colabora con gusto a sabiendas que su misión de ayudar a gente pobre y desamparada es una noble causa. “La Fundación no solo ayuda a sus internos, también a gente que llega en busca de comida, ropa y medicinas”.

Finalmente afirmó que, debido a su gran labor social, la escritora Cecilia Benavides Celi, ha entregado dos libros con un tiraje de 700 ejemplares, para que sean vendidos por la organización, cuyo dinero se destinaría al pago del inmueble que estaría adquiriendo. “Los ejemplares los pueden adquirir en las instalaciones de la fundación o llamando a mi contacto: 0968021263; estaremos gustosos de servirlos y muy agradecidos por el apoyo”, declaró. (I)