Las lectoras las inventarían,
de las cenizas;
Alejandrías,
piezas de arte y atavíos,
bajo la sombra de un árbol,
mundos de miniatura,
en la memoria los episodios
las flores y espinas del girasol,
como un niño con frío se arroparían.
Esgrimas,
bibliotecas y lectores
de sus hojas caídas
marcapáginas,
de sus adornos broten,
brazos de las bambalinas,
cosméticos de este desorden.
Si no existiesen librerías,
las lectoras las inventarían,
como un refugio ante los mercenarios,
los libros son un tesoro, una mina,
requieren de sus abrazos
atesoran a quienes se enriquecen,
de sus lecturas de oro,
pero hay quienes se enloquecen,
con su tesoro.
Las lectoras son las bibliotecas del futuro,
leyéndolas nos salvamos del ahora,
por eternos segundo apagan,
los incendios del mundo.