La lectura y escritura en tiempos de pandemia

La UNESCO ha publicado un estudio que determina que el nivel de aprendizaje de los estudiantes en estos tiempos de pandemia ha disminuido en un 60%. Y, una de las mayores dificultades, en estos tiempos de tecnología de punta, es la lectura y la escritura.

Aprovechamos el artículo “El miedo y la dificultad de estudiar” escrito por Paulo Freire, como un aporte para que estudiantes y docentes tengan algunas ideas para enfrentar el desafío de estudiar en tiempos de pandemia.
“Uno de los errores más terribles que podemos cometer mientras estudiamos, como alumnos o maestros, es retroceder frente al primer obstáculo con que nos enfrentamos, no asumir la responsabilidad que nos impone la tarea de estudiar, como se impone cualquier otra tarea a quien deba realizarla.

Estudiar es un quehacer exigente en cuyo proceso se da una sucesión de dolor y placer, de sensación de victoria, de derrota, de dudas y alegría. Pero por lo mismo estudiar implica la formación de una disciplina rigurosa que forjamos en nosotros mismos, en nuestro cuerpo consciente.

Otra amenaza para el cumplimiento de la tarea difícil y placentera de estudiar, que resulta de la falta de disciplina de la que ya he hablado, es la tentación que nos acosa, mientras leemos, de dejar la página impresa y volar con la imaginación bien lejos. De pronto, estamos físicamente con el libro frente a nosotros y lo leemos apenas maquinalmente. Nuestro cuerpo está aquí pero nuestro gusto está en una playa tropical y distante. Así es realmente imposible estudiar.

En última instancia, la lectura de un texto es una transacción entre el sujeto lector y el texto, como mediador del encuentro de ese lector con el autor del texto. Es una composición entre el lector y el autor en la que aquél, esforzándose con lealtad en el sentido de no traicionar el espíritu del autor, «reescribe» el texto. Y resulta imposible hacer esto sin la comprensión crítica del texto, que por su lado exige la superación del miedo a la lectura y que se va dando en el proceso de creación de aquella disciplina intelectual de la que he hablado antes. Insistamos en la disciplina referida. Ella tiene mucho que ver con la lectura, y por lo tanto con la escritura. No es posible leer sin escribir, ni escribir sin leer.

Desdichadamente, lo que se viene practicando en la mayoría de las escuelas es llevar a los alumnos a ser pasivos con el texto. Los ejercicios de interpretación de la lectura tienden a ser casi su copia oral. El niño percibe tempranamente que su imaginación no juega: es algo casi prohibido, una especie de pecado. Por otro lado, su capacidad cognoscitiva es desafiada de manera distorsionada. El niño nunca es invitado, por un lado, a revivir imaginativamente la historia contada en el libro; y por el otro, a apropiarse poco a poco del significado del contenido del texto.

Es preciso, ya finalizando, que los educandos, al experimentarse cada vez más críticamente en la tarea de leer y de escribir, perciban las tramas sociales en las que se constituyen y se reconstituyen el lenguaje, la comunicación y la producción del conocimiento.”