La Liga de Caridad de Loja

Cuenta la historia que el empresario suizo, Henry Dunant, en uno de sus viajes por razones de negocio pasó por la localidad de Solferino, en Italia, el 24 de junio de 1859, el mismo día en que tuvo lugar la batalla entre los ejércitos austriaco y franco-piamontés, quedando en el sitio miles de cadáveres y heridos. Impresionado por los sucesos Dunant alentó a la población del sector para que se proporcione asistencia a los soldados heridos sin fijarse en qué bando del conflicto estaban, con el convencimiento que “todos somos hermanos”. Él mismo organizó la compra de lo que se necesitaba.

Cuando retornó a Ginebra, su ciudad natal, escribió un libro titulado “Un recuerdo de Solferino” en el que plasmó sus experiencias de ese trágico acontecimiento, recabando al mismo tiempo la creación de un cuerpo de voluntarios para socorrer a los heridos de guerra sin distinción alguna.

Esa petición, conjuntamente con el tesón y perseverancia de Henry Dunant, posibilitó la fundación de la Cruz Roja una de las instituciones más emblemáticas y respetables del mundo. Como reconocimiento a su labor humanitaria Dunant recibió el primer Premio Nobel de la Paz en 1901.

Como Henry Dunant muchos son los personajes a través de la historia que han puesto de manifiesto el espíritu solidario y la gran fuerza humana para el bien común.

Ese espíritu fue el que embargó y motivó al eximio ciudadano lojano, don Agustín Samaniego Riofrío, para congregar a un grupo de caballeros, que en la línea de sus ideales contribuyeran a materializar acciones en beneficio de los más necesitados.

Su esposa, doña Elisa Burneo Palacio, reafirmando que detrás de un buen hombre hay una gran mujer, hizo suyo ese anhelo y se abanderó de una causa que a lo largo del tiempo la colmara de felicidad plena. Con vehemencia, entusiasmo y convicción reunió a otras damas lojanas en quienes despertó el vivo interés por su loable propósito. Fue así como el 14 de marzo de 1939 decidieron conformar la Liga de Caridad de Loja, de la mano espiritual de la iglesia católica.

Inicialmente fue una colectividad espontánea e informal que luego adquirió personería jurídica. A lo largo del tiempo decenas de hombres y mujeres investidos de virtudes y valores, a los que se unieron preclaros sacerdotes como Francisco Valdivieso Alvarado y Ángel Rogelio Loaiza, han contribuido con su esfuerzo al emprendimiento de obras sociales que han dejado honda huella en la comunidad lojana, como el apostolado a la educación de la niñez y la juventud, la atención a personas en condición de orfandad, y la ayuda a familias que no tenían posibilidades para el sepelio de un ser querido

A fin de lograr recursos económicos para el financiamiento de las obras sociales, la Liga de Caridad de Loja, con ingenio y creatividad, puso públicamente en venta tarjetas de condolencia que tuvieron una excelente acogida entre las familias, y que hasta hoy se las adquiere en varios puntos de la ciudad. La idea, desde sus inicios, ha sido que “la solidaridad que se quiere demostrar perdure más allá de la vida de una rosa o un clavel y se traduzcan en obras a favor de los desamparados”. A ello se han sumado contribuciones y aportes de personas generosas, así como el apoyo institucional.

Actualmente la Liga de Caridad de Loja es una Fundación constituida legalmente que desde hace algunos años tiene bajo su responsabilidad la Casa de Enfermos Terminales, una corporación eficientemente administrada que funciona en un edificio construido con recursos propios y gracias a la cooperación del Bando del Estado, BEDE y Plan Binacional. Su misión es “acoger, atender y proporcionar tratamiento adecuado y asistencia de calidad a los enfermos graves, especialmente aquellos que carecen de recursos económicos”.

La labor humanitaria de quienes constituyen la Liga de Caridad de Loja tiene asidero en el lúcido pensamiento de Helder Camara, arzobispo brasileño defensor de los derechos humanos: “En el desierto del mundo, la única tierra fértil es el corazón del ser humano”.

Mi homenaje de admiración y reconocimiento a la ubérrima labor social de la Liga de Caridad de Loja al cumplir el 14 de marzo venidero ochenta y dos años de existencia.