El derecho a la duda

Benjamín Pinza Suárez

Anteponer la duda como un mecanismo de ir despejando incógnitas, incertidumbres, vacilaciones y dilemas, es el mejor método para poder llegar a descubrir la verdad y revestirse de objetividad y certidumbre. Hoy, los ecuatorianos nos encontramos atravesando un panorama incierto respecto a la campaña de vacunación. El gobierno ha tenido una actitud indolente e indiferente con la salud de la población al no haber tenido la capacidad, primero, de haber protegido desde el principio de esta pandemia al personal médico y sanitaria con implementos básicos para el cumplimiento de su delicada función; en segundo lugar, ha existido inoperancia para gestionar y conseguir la vacuna de parte de los países que la han producido, sin que para ello medie ningún sesgo ideológico; en tercer lugar, en lo que sí han sido diligentes, astutos y vivísimos es en haber conseguido vacunas para su grupo de privilegiados que forman el oscuro círculo del gobierno, dejando al pueblo al desamparo. Ya en enero mismo se han vacunado con el mejor confort el propio presidente y sus familiares, ministros de estado, empresarios, periodistas, gente del Club Rotario y más potentados. No solo que el exministro Cevallos vacunó también a su suegra, sino que, más de 500 personas del Club Rotario eran menores a 60 años, ¡qué tal!


Cinco ministros de salud se han turnado en este embrollo en apenas dos meses, dejando una imagen funesta para el propio prestigio de la clase médica del Ecuador al no cumplir el juramento hipocrático que tiene como contenido ético de su práctica profesional, el llevar el bien y la salud a los enfermos. Estos ministros se burlaron y miserablemente despreciaron a los adultos mayores y a sus propios colegas que han tenido que pasar el peor viacrucis en cumplimiento de su sagrada misión, muchos de los cuales pagaron este alto precio con sus vidas. No es posible que por falta de organización y planificación, se tenga que hacer madrugar a los adultos mayores y se los tenga por mucho tiempo haciendo cola en pleno sol para poderse vacunar. Ese es un trato humillante para quienes, por su avanzada edad, debieran tener un trato preferente. Ello, en cambio, no ocurrió con las élites, con la alcurnia que los vacunaron gozando de los más altos privilegios y de una lujosa atención.

Hay varios países en el mundo que han desarrollado la vacuna contra este virus pero que por prejuicios ideológicos no se han gestionado para contrarrestar este mal. Ahí están como ejemplo las vacunas cubanas o la vacuna Rusa, la Sputnik Light que podría dar inmunidad contra el SARS-CoV-2 por más de 13 años, habida cuenta que las vacunas para poderse comercializar deben primero contar con el aval, la certificación de calidad, eficacia y seguridad otorgada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las Agencias de Regulación y Alta vigilancia.

De las diversas informaciones que se han difundido por fuentes confiables se conoce que la vacuna AstraZeneca ha sido temporalmente suspendida en países como España, Dinamarca, Noruega, Islandia, Italia, Alemania, Francia y Australia para estudio de los efectos secundarios que se han dado en determinados casos. Con ello nos colocan en un gran dilema: si nos vacunamos, se corre riesgos de ser víctimas de efectos secundarios; si no nos vacunamos, corremos también el riesgo de que tarde o temprano nos contagiemos. Aquí es cuando se requiere la actitud honorable de un mandatario que debe dar ejemplo de confianza, seguridad y garantía absoluta a todo el pueblo, más aún cuando se trata de proteger la salud y la vida de los ecuatorianos.