Max V. González M.*
En los actuales momentos, somos testigos directos de los terribles efectos que está dejando la enfermedad denominada COVID-19.
Todos tenemos amigos, familiares cercanos y lejanos, personas conocidas, que han fallecido o han estado y están en Hospitales o Centros de Salud. Nos afecta y seguirá afectando de manera directa.
El personal de salud (médicos, enfermeras, auxiliares, técnicos, personal de limpieza), ya no se alcanzan para atender a la gran cantidad de personas que son llevadas en estado crítico; no hay espacio, ni equipos ni medicinas suficientes para atender esta grave situación. En las clínicas privadas tampoco hay espacio para atender a los pacientes que llegan en estado crítico, con el agravante del elevado costo que deben cancelar los familiares y que la mayoría de las veces está fuera de su presupuesto.
Y todos estamos afectados, por que los efectos de la pandemia por COVID se reflejan también en la pérdida de plazas de trabajo, en las dificultades para que funcionen plenamente los mercados; hay menos dinero, no hay donde comprar los artículos de primera necesidad de forma segura, ni donde vender nuestra producción.
La pandemia está causando daño a todo el mundo. Antes se decía que solo los adultos mayores eran los que más se enfermaban y morían, pero en estos últimos días vemos que personas de todas las edades, varones y mujeres, niñas y niños están en grave riesgo de enfermar y morir.
En todos los cantones y parroquias de la provincia de Loja se registran casos de COVID, igual que en el resto del país y de todo el mundo. ¡El virus ya se encuentra en todo lugar!, y según la información de destacados profesionales de la salud, en el país y en la provincia de Loja, se encuentran circulando variantes del coronavirus que son más contagiosas y que causan mayor número de muertes. En otras palabras, la situación está muy complicada y en el futuro inmediato se agravará aún más, si es que todos no nos comprometemos y ¡actuamos en defensa de nuestra salud y nuestra vida!
Indudablemente, existen muchos factores, muchas razones para haber llegado a esta terrible situación.
La poca o ninguna atención que dan los gobiernos a la problemática de la salud, ha dado como resultado que no se cuente con los programas y recursos necesarios para enfrentar problemas como el que estamos viviendo: escasez de equipos para las unidades de cuidados intensivos, falta de reactivos para realizar las pruebas diagnósticas necesarias en calidad y cantidad, maltrato al personal de salud, limitadísima cobertura de vacunación, son algunos de los elementos que permiten identificar claramente la responsabilidad de los dirigentes del país en la gravedad de esta pandemia.
Hay muchos factores que desde las instituciones tendrán que ser analizados y oportunamente juzgados; la comunidad deberá darse tiempo y entereza para ello.
Pero también es imprescindible recalcar también, la responsabilidad que como individuos y grupos tenemos en este tema. Si sabíamos que el virus se transmite de persona a persona, a través del aire, cuando una persona infectada tose, estornuda o habla, ¿Por qué hay cientos de personas que acuden a eventos masivos, como fiestas, cumpleaños, matrimonios, que participan en jornadas deportivas, que se reúnen sin motivos urgentes?
¿No sabían o no saben que en lugares donde se reúne mucha gente, pueden contagiarse, y luego llevar el virus al hogar, en dónde contagian a padres, hermanos, abuelos?
¿Porqué no usar la mascarilla, si sabemos que con ello se impide que una persona infectada contagie a otros, y que una persona sana, evite contagiarse?
Muchas ciudades, entre ellas algunas de la provincia, como Zapotillo, Celica y Loja se han declarado en semáforo rojo, con una serie de medidas que pretenden disminuir y controlar este flagelo. Estas medidas están dirigidas a evitar o disminuir las aglomeraciones y movilidad de las personas, y por lo tanto el contagio y la enfermedad. Medidas tardías e insuficientes, pero necesarias, que deben ser implementadas de la mejor y más rápida forma, para su estricto cumplimiento.
¿Y qué nos resta hacer desde la comunidad, desde la ciudadanía, desde lo individual?
No podemos dejar de plantear y exigir soluciones al gobierno en todos sus niveles para lograr una mejor atención a la salud; tanto en lo que se refiere a la dotación de Unidades de Salud con suficiente infraestructura, equipos e insumos y personal suficiente de salud, así como la atención a los factores relacionados directamente con el estado de salud de los individuos y la población: empleo adecuado, apoyo a la producción, distribución y acceso de alimentos de calidad, espacios saludables, entre otros.
La exigencia de una campaña de vacunación masiva y oportuna es un asunto de vital importancia, que debe ser vigilado celosamente por la ciudadanía.
Pero, y finalmente por ahora, ¿Qué hacer desde nuestra responsabilidad como personas, como familias, como grupos sociales o comunitarios?
¡Cada uno es responsable de sus actos! Si salimos fuera de casa solamente por razones estrictamente necesarias y se usa adecuadamente la mascarilla (que cubra nariz y boca) cada vez que estamos en la calle, vamos a disminuir considerablemente las posibilidades de infectarnos y de contagiar a nuestros amigos y familiares.
Si nos negamos rotundamente a participar de fiestas de todo tipo o de participar en actividades masivas de todo tipo, sociales, gremiales, religiosas, políticas o deportivas, vamos a disminuir considerablemente las posibilidades de infectarnos y de contagiar a nuestros amigos y familiares.
Si nos lavamos prolijamente las manos con agua y jabón o desinfectamos con alcohol nuestras manos, cada vez que sea necesario, vamos a disminuir considerablemente las posibilidades de infectarnos y de contagiar a nuestros amigos y familiares.
Si logramos informar, convencer y motivar a los amigos, vecinos, familiares de la gravedad de la pandemia, estaremos contribuyendo a encontrar solución de este problema, haciendo que lo más pronto posible superemos los graves problemas que estamos atravesando, y nuevamente logremos volver a la normalidad.
Solamente, si se toma conciencia de la gravedad del problema, así como de los derechos que debemos exigir y las responsabilidades que en lo individual y colectivo debemos asumir, podremos salir de esta pandemia, y estar preparados para nuevos desafíos que seguramente se presentarán en el futuro.
*Magister en Salud Publica
Vicepresidente Da la Sociedad Ecuatoriana de Salud Pública, Núcleo de Loja.
Coordinador de la Corporación Académica de Profesores Universitarios Jubilados (CAPRUJ)