Quiero que sepas madre

¡Madre! quiero que sepas que no ha pasado un día sin que tu dulce recuerdo invada mis sentidos, que no hay momento en el que no estés presente en el diario vivir de esta casa, que no hemos echado al olvido ninguna de tus frases tan llenas de sabiduría y ese humor blanco tan tuyo en el que se fusionaban dos cosas a la vez, risa y contundencia a la hora de corregirnos pues lo hacías con una tonalidad hilarante y rígida que solo tú sabías juntar. También quiero decirte que a veces me atrapa la melancolía y me siento perdido en el laberinto de la vida y es ahí cuando tu apareces para levantarme e impulsarme con tu ejemplo perpetuo a seguir luchando sin treguas ni miedo a fracasar tal como tú me enseñaste si hasta parece que me dijeras “anda mijo endúrate demuéstrame que aprendiste”, entonces retomo fuerzas y vuelvo a caminar a pesar de lo árido y tormentoso del sendero.

¿Sabes? El otro día me estremecí de emoción cuando escuché en una emisora local. ¡Ese pasillo hermoso! “Casita Blanca” ¿Te acuerdas? Lo cantábamos juntos en esas inolvidables tardes en el patio mientras molíamos nuestro aromático café, claro que ahora me toca cantar solo mientras me lleno de recuerdos porque ya no está tu incomparable segunda voz para hacerme dúo, el tiempo pasa inevitablemente pero jamás se lleva la esencia de las vivencias bellas que compartimos con seres especialmente amados como tú, aprendí de ti muchas cosas como que no hay que dejarse vencer por la soledad por mucho que nos acose en las largas noches de invierno ya que Dios nos acompaña en cada instante y nunca estamos realmente solos, me enseñaste que existen ciertas personas tan pobres que solo tienen dinero, y que con el no pueden comprar la paz de una conciencia sin remordimientos.

Quiero que sepas madre que mi amor por ti está intacto, que cuando me agobia la pena imaginariamente converso contigo y te cuento lo que me aflige y tú acudes a mi mente para llenarme de calma, o en ocasiones cuando tengo la oportunidad de ver el firmamento siempre te miro en la estrella más luminosa y bella. No te he perdido la pista mamá, te sigo teniendo cerca en cada acto de mi existencia, atesoro en mi memoria los maravillosos momentos que pase a tu lado, los guardo para mis adentros, aunque a veces afloran de forma espontánea, es allí cuando traigo a mi mente toda tu lucha para sacarnos adelante, o cuando te las ingeniabas para hacerme fisioterapia que no solo me rehabilitaba el cuerpo sino también el alma y el corazón. Estoy seguro que ahora eres residente de la más esplendida ciudad celestial en donde espero unirme a ti algún día para ya no sentir esta falta inmensa que me haces y esta amarga sensación de no verte.

Quiero que sepas madre que a los que aún estamos aquí nos consuela el hecho de que tu vida no fue un inútil tránsito, que te fuiste con la satisfacción del deber cumplido en todos los frentes en los que te tocó batallar. A mi madre en el cielo, a su recuerdo que sigue perenne en mi alma, pronto estaremos juntos mamá. A todas las madres abnegadas y buenas que lo entregan todo por sus hijos, en este mes consagrado a ellas.