La magia del tango

Enrique Santos Discépolo, extraordinario compositor, músico, dramaturgo y cineasta argentino, definió al tango como “un pensamiento triste que se baila”. Para Ernesto Sábato, esta habría sido la mejor de las definiciones sobre tan especial y hechizante danza; aunque, para el gran Jorge Luis Borges, tan afecto a la precisión de las palabras, la definición de Santos Discépolo pudo ser mejor, si se hubiera referido a un “sentimiento triste que se baila” ya que los “pensamientos” no se bailan y porque el tango es un auténtico sentimiento.

Más allá de la exactitud de su definición, el tango, desde hace rato, superó las fronteras de Argentina y Uruguay, para hechizar a miles de personas en todo el planeta, gracias a sus embriagadoras y pegajosas letras y melodías que invitan a quien las escucha: a soñar, a enamorarse y a danzar en forma elegante, entrelazada, atrevida y sensual, bajo el encanto de poemas profundos, melancólicos e inolvidables.

Contagiado de esa magia, Arturo Pérez-Reverte, el prolífico y extraordinario literato español, nacido en Murcia; escribió la novela “El tango de la Guardia Vieja”, en la que, con  pasión desbordante, narra la convulsionada y colosal historia de amor entre Max Costa -un bailarín mundano de tango quien se gana la vida enseñando su sensual arte, en un barco crucero, a las mujeres dispuestas a abrir la ventana de su corazón- y Mercedes Inzunza -una preciosa y distinguida dama-, esposa del compositor musical Armando de Troeye, quien a su vez, embrujado por la música porteña, decide viajar en pareja, a la capital de Argentina desde Europa, para componer y conocer de cerca el anverso y el reverso del tango de la guardia vieja.

La novela está magistralmente escrita y muchos de sus pasajes, desarrollados en las ciudades de Buenos Aires, Niza y Sorrento; en las décadas de los veinte, treinta y cuarenta del siglo pasado; fácilmente atrapan a los lectores. Cito como abreboca un fragmento de la obra, en el que, con pericia, se describe lo que realmente es bailar un tango: “(…) Pegaba con indiferencia el torso al de Max, que sentía las puntas de sus pechos bajo el percal escotado de la blusa; y evolucionaba, obediente, con piernas y caderas alrededor de la cintura en los pasos más atrevidos a que la música y las manos de él conducían”.

Escudriñando por la rendija de la historia, el tango no siempre fue un baile sensual, triste, exquisito e hipnotizador; pues, su génesis se remonta a las violentas peleas callejeras con cuchillo filoso, en las que se trenzaban los primeros migrantes europeos, que llegaron a sembrarse en las orillas del Río de la Plata, para ganarse respeto y resolver conflictos emparentados con el orgullo, las apuestas, el amor y la audacia.

En lo personal, presencié un baile de tango por primera vez en el año 2007, en un inolvidable espectáculo desarrollado en el Barrio El Abasto (Buenos Aires), en el que bellas y perfiladas mujeres, ataviadas con ligeros vestidos, con seductoras mallas y con elevados tacones sonoros, trenzadas a hombres fuertes de bigote y pelo engominado; se contorneaban y ejecutaban, con vehemencia casi fanática, artísticas cabriolas para presentar una especie de danza sincrónica de apareamiento que inyectaba a  los espectadores una potente dosis de sensualidad y deseo sexual. A partir de aquel suceso quedé rendido ante este arte musical, dancístico y poético; y así mismo, entendí las sobradas razones por las que muchas personas -en las que incluyo a mis abuelos Arturo Armijos Ayala y Jorge Valdivieso Moreno-, decidieron llenar y aliviar sus vidas escuchando las caricias de los tangos.

Seguramente, esta espléndida novela de Pérez-Reverte que la recomiendo; conectará estrechamente al lector con el maravilloso sentimiento tanguero y con la fascinante cultura argentina, tierra fértil de inteligencia y genialidad, de la que han brotado Leopoldo Lugones, José Hernández, Alfonsina Storni, Jorge Luis Borges, Astor Piazzolla, Julio Cortázar y Ernesto Sábato.  Aunque no nació en Argentina, pero al ser también hijo predilecto, Carlos Gardel debe estar en este grupo.